El texto de 18 páginas de Benedicto XVI, que desde 2013 vive tras su renuncia en una residencia en el interior de los muros vaticanos y que había asegurado que guardaría silencio desde su retiro, ha vuelto además a sacar a la luz la oposición del ala más ultraconservadora.
Benedicto XI culpa a la supuesta revolución sexual del 68 y a las desviaciones de la teología “conciliar”, es decir de una interpretación mal entendida del Concilio Vaticano II, del colapso moral de la sociedad y de algunos miembros de la Iglesia que han provocado los casos de abusos a menores.
Además, habla de grupos de homosexuales en los seminarios y de convivencia con laicos como otra de las causas, tesis defendidas también para explicar los casos de pederastia en el clero por el ala ultraconservadora encabezada por algunos cardenales que manifiestamente se han opuesto a Jorge Bergoglio.
Massimo Faggioli, profesor de historia del cristianismo en la universidad de Villanova (EE.UU.), y que ha publicado varios artículos en estos días sobre el documento de Ratzinger, explica a Efe los problemas que surgen de la “nueva institución del emérito”.
Argumenta que hay que reflexionar sobre la posible “manipulación externa (en el contexto de la guerra de información)” que puede tener cualquier texto de un papa emérito. E invita a interrogarse sobre “la libertad del séquito (del papa emérito) que nadie es capaz de controlar” y pone como ejemplo “lo que sucedió durante los últimos meses del pontificado de Juan Pablo II”.
“La libertad del papa emérito es algo que debe preocupar a todos los católicos, independientemente de sus opiniones y opiniones teológicas”, concluye.
El documento escrito por Joseph Ratzinger, que el 16 de abril cumplirá 92 años, iba a ser publicado por una pequeña revista mensual destinada al clero de Baviera, pero acabó siendo adelantada por algunos medios de información religiosa de orientación conservadora.
¿Por qué un texto de tal envergadura escrito por un papa emérito sobre una de las crisis más importantes que atraviesa la Iglesia católica no se publicaba por los canales oficiales?, se preguntaban algunos. El escritor británico y uno de los biógrafos del papa Austen Ivereigh proponía incluso que la próxima vez “cualquier texto o declaración (del papa emérito) se realizase a través de la oficina de prensa del Vaticano, a todos los medios al mismo tiempo, y con una nota explicativa”.
Un modo de evitar manipulaciones y polémicas. En un artículo para el diario “Il Fatto Quotidiano”, Marco Politi expresa que “algo no le cuadra” en este texto lejos de documentos del mismo papa alemán, como la carta a los católicos irlandeses en 2010.
La hipótesis de que Benedicto XVI no sea el verdadero autor del texto, o haya sido ayudado en su redacción, también ha circulado estos días. Politi también critica el momento de su publicación “ante las grandes dificultades que enfrenta Francisco en la gestión del problema”.
“Debemos agradecer al papa Emérito Benedicto XVI por tener el coraje de hablar. Su último análisis de la crisis de la Iglesia me parece de suma importancia. El borrado de Dios en occidente es terrible. La fuerza del mal surge del rechazo del amor de Dios”, escribió en Twitter el prefecto de la Congregación para el Culto, el cardenal Robert Sarah, uno de los más críticos con Francisco.
El prefecto de la Congregación para la causa de los Santos y hasta hace poco sustituto de la Secretaria de Estado, el cardenal italiano Angelo Becciu, explicó a la agencia ANSA que teme “que el ala con una orientación más conservadora utilice esta intervención (de Benedicto) para decir que tienen otro referente”.