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La enfermera española Teresa Romero, contagiada por el virus del ébola, dio a conocer su testimonio en una entrevista con el diario El Mundo. Romero niega haber cometido errores al contagiarse, rechaza haberse tocado con un guante y asegura que avisó en el centro de salud, cinco días antes de su hospitalización, de que había tratado a los misioneros del ébola. También asevera que la muerte de su perro Excálibur le parece un asesinato. A continuación, reproducimos la entrevista completa.
P: Teresa, sabes que has estado... Vamos, que se puede decir que has vuelto a nacer, ¿no?
R: He vuelto a nacer, es cierto.
P: ¿Y lo sientes, Teresa?
R: Y lo siento, y lo siento así.
P: ¿Sabes que la gente, fuera, está muy pendiente de ti, no?
R: Pues no te puedo decir, porque llevo muchísimos días sin salir a la calle, no te puedo decir cómo está la calle.
P: Claro, pero sabes que la gente te tiene mucho cariño porque has superado una enfermedad que causa mucho miedo, ¿no?
R: Bueno, pues se pasa mal. ¡Qué voy a decir!
P: ¿Qué recuerdas de los momentos más complicados? Tú misma le decías a tus compañeros cómo tenían que asistirte, cómo tratarte, ¿verdad?
R: Bueno, yo no sé ni lo que les decía. Yo les decía que estaba muy mal, que no estaba muy bien, que me encontraba fatal, que me encontraba mal. Y, bueno, que estuvieran tranquilos...
P: ¿Y quién crees que tiene la responsabilidad de que tú te contagiaras?
R: La responsabilidad... No lo sé.
P: ¿Tú crees que la tienes tú?
R: Yo creo que no, no la tengo yo. ¡Cómo voy a ir a contagiarme el ébola a posta!
P: Obviamente.
R: Obviamente.
P: Teresa, haz memoria. ¿Recuerdas haber cometido algún error en la dichosa habitación?
R: No, yo hice el protocolo como lo hacemos aquí habitualmente.
P: ¿En algún momento recuerdas haber reconocido que te tocaste la cara con un guante?
R: ¿Si en algún momento lo he reconocido? No, no, en ningún momento lo he reconocido.
P: ¿Y por qué ha salido entonces publicado que sí lo has reconocido?
R: Pues no lo sé.
P: ¿No te acuerdas de nada, de que fueras entrevistada?
R: La verdad, no me acuerdo.
P: Entonces, ¿por qué se ha brá producido el contagio?
R: Pues no lo sé. Yo no lo sé, qué te crees, que si sé... Pues no... ¿Si sé cómo se produjo el contagio estoy ahí? ¿Producirme el contagio a mí misma?
P: ¿Tú dijiste en el centro de Salud que habías tratado a pacientes con ébola?
R: Sí.
P: Vale, muy bien. ¿El médico qué te dijo?
R: ¿Que qué me dijo? Pues me mandó paracetamol [un medicamento que enmascara los síntomas del ébola y retrasa, a veces mortalmente, el diagnóstico de la enfermedad].
P: Teresa, esto es muy importante: ¿seguro que le dijiste al médico del centro de salud Laín Entralgo que habías tratado a los misioneros del ébola?
R: Sí, sí.
P: ¿Y él no lo tomó en consideración para ponerte en cuarentena, simplemente te recetó paracetamol?
R: Sí, nada más.
P: ¿Puede ser que estuvieras el último día en la habitación del misionero 50 minutos?
R: Sí puede ser, sí.
P: ¿Y por qué estuviste tanto tiempo, Teresa?
R: Porque hubo que recoger, el fallecido ya se había ido, hubo que recoger toda la habitación y el colchón hubo que doblarlo y hubo que precintarlo.
P: ¿Lo del colchón sí que fue difícil, no?
R: Lo del colchón fue... Pues claro, éramos tres chicas... Pues sí fue un poco... Tardamos bastante tiempo, me refiero.
P:¿No había alguien, un supervisor, viéndoos, para avisaros de que estábais demasiado tiempo allí?
R: La verdad es que nadie nos avisó.
P: ¿Pero habitualmente sí había un supervisor allí?
R: Habitualmente siempre lo hay, sí. Siempre lo hay.
P: ¿Y por qué ese día no?
R: Ese día ya no estaba el fallecido, o sea, ya no estaba el misionero, perdón... Pues ya no lo sé, no te lo puedo decir por qué estaba o no estaba, yo sé que estaba a mi trabajo.
P: Tú te pones a hacer tu trabajo y a ti te tienen que avisar de que tienes que parar, ¿no? ¿Te sentiste cansada en aquel momento, esos 50 minutos que estuviste en la habitación?
R: Un poco agobiada sí, pero cansada no.
P: Porque con el traje se suda mucho, ¿no?
R: Sí se suda, sí. Bastante agobiada, bastante.
P: Durante todo ese tiempo, esa semana antes de que fuérais al hospital, tú estuviste tomándote la fiebre...
R: Sí.
P: ¿Y fuiste tomando nota?
R: Sí lo hice. Sí lo tengo apuntado en el teléfono. Yo creo que sí, que lo tengo, si no se ha borrado, sí, lo tengo apuntado en el teléfono.
P: Teresa, a Exkálibur sí que se lo llevó el ébola...
R: Me parece un asesinato.
P: ¿Quieres que se pidan responsabilidades por su muerte?
R: Claro que quiero, por supuesto.
P: Explícalo mejor, por favor.
R: ¿Qué lo explique mejor? Porque a ver, que el animal es inocente, qué culpa tiene el animal que está en casa tranquilo y tienen que venir a cogerle y asesinar al perro...
P: ¿Y el consejero de Sanidad de Madrid?
R: Es un irresponsable.
P: ¿Has notado el cariño de tus compañeros estos días?
R: Hombre, por supuesto, je, je, je... Lo que más.
P: ¿Qué te dicen?
R: ¿Qué me dicen? Pues muchos ánimos, y que a ver si se quitan los trajes amarillos para darme abrazos y besos, y venga, y venga y ánimos y ánimos... Y me traen de todo, y «¿Qué necesitas?», y así, bueno, es increíble. Yo agradecida hasta la muerte. Estoy muy emocionada. Lo peor ha sido lo del perro.
P: Claro, pero cuando salgas habrá que darle un sucesor a 'Exkálibur', ¿no?
R: Yo quería un perrito, sí. A ver, buscarme uno.