Teresa Romero: "La muerte de Excálibur me parece un asesinato"

La enfermera Teresa Romero, primera contagiada de ébola fuera de África, concedió una entrevista al diario El Mundo desde el aislamiento del Hospital Carlos III, ya superado el virus mortal.

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La enfermera española Teresa Romero, contagiada por el virus del ébola, dio a conocer su testimonio en una entrevista con el diario El Mundo. Romero niega haber cometido errores al contagiarse, rechaza haberse tocado con un guante y asegura que avisó en el centro de salud, cinco días antes de su hospitalización, de que había tratado a los misioneros del ébola. También asevera que la muerte de su perro Excálibur le parece un asesinato. A continuación, reproducimos la entrevista completa.

P: Teresa, sabes que has estado... Vamos, que se puede decir que has vuelto a nacer, ¿no?

R: He vuelto a nacer, es cierto.

P: ¿Y lo sientes, Teresa?

R: Y lo siento, y lo siento así.

P: ¿Sabes que la gente, fuera, está muy pendiente de ti, no?

R: Pues no te puedo decir, porque llevo muchísimos días sin salir a la calle, no te puedo decir cómo está la calle.

P: Claro, pero sabes que la gente te tiene mucho cariño porque has superado una enfermedad que causa mucho miedo, ¿no?

R: Bueno, pues se pasa mal. ¡Qué voy a decir!

P: ¿Qué recuerdas de los momentos más complicados? Tú misma le decías a tus compañeros cómo tenían que asistirte, cómo tratarte, ¿verdad?

R: Bueno, yo no sé ni lo que les decía. Yo les decía que estaba muy mal, que no estaba muy bien, que me encontraba fatal, que me encontraba mal. Y, bueno, que estuvieran tranquilos...

P: ¿Y quién crees que tiene la responsabilidad de que tú te contagiaras?

R: La responsabilidad... No lo sé.

P: ¿Tú crees que la tienes tú?

R: Yo creo que no, no la tengo yo. ¡Cómo voy a ir a contagiarme el ébola a posta!

P: Obviamente.

R: Obviamente.

P: Teresa, haz memoria. ¿Recuerdas haber cometido algún error en la dichosa habitación?

R: No, yo hice el protocolo como lo hacemos aquí habitualmente.

P: ¿En algún momento recuerdas haber reconocido que te tocaste la cara con un guante?

R: ¿Si en algún momento lo he reconocido? No, no, en ningún momento lo he reconocido.

P: ¿Y por qué ha salido entonces publicado que sí lo has reconocido?

R: Pues no lo sé.

P: ¿No te acuerdas de nada, de que fueras entrevistada?

R: La verdad, no me acuerdo.

P: Entonces, ¿por qué se ha brá producido el contagio?

R: Pues no lo sé. Yo no lo sé, qué te crees, que si sé... Pues no... ¿Si sé cómo se produjo el contagio estoy ahí? ¿Producirme el contagio a mí misma?

P: ¿Tú dijiste en el centro de Salud que habías tratado a pacientes con ébola?

R: Sí.

P: Vale, muy bien. ¿El médico qué te dijo?

R: ¿Que qué me dijo? Pues me mandó paracetamol [un medicamento que enmascara los síntomas del ébola y retrasa, a veces mortalmente, el diagnóstico de la enfermedad].

P: Teresa, esto es muy importante: ¿seguro que le dijiste al médico del centro de salud Laín Entralgo que habías tratado a los misioneros del ébola?

R: Sí, sí.

P: ¿Y él no lo tomó en consideración para ponerte en cuarentena, simplemente te recetó paracetamol?

R: Sí, nada más.

P: ¿Puede ser que estuvieras el último día en la habitación del misionero 50 minutos?

R: Sí puede ser, sí.

P: ¿Y por qué estuviste tanto tiempo, Teresa?

R: Porque hubo que recoger, el fallecido ya se había ido, hubo que recoger toda la habitación y el colchón hubo que doblarlo y hubo que precintarlo.

P: ¿Lo del colchón sí que fue difícil, no?

R: Lo del colchón fue... Pues claro, éramos tres chicas... Pues sí fue un poco... Tardamos bastante tiempo, me refiero.

P:¿No había alguien, un supervisor, viéndoos, para avisaros de que estábais demasiado tiempo allí?

R: La verdad es que nadie nos avisó.

P: ¿Pero habitualmente sí había un supervisor allí?

R: Habitualmente siempre lo hay, sí. Siempre lo hay.

P: ¿Y por qué ese día no?

R: Ese día ya no estaba el fallecido, o sea, ya no estaba el misionero, perdón... Pues ya no lo sé, no te lo puedo decir por qué estaba o no estaba, yo sé que estaba a mi trabajo.

P: Tú te pones a hacer tu trabajo y a ti te tienen que avisar de que tienes que parar, ¿no? ¿Te sentiste cansada en aquel momento, esos 50 minutos que estuviste en la habitación?

R: Un poco agobiada sí, pero cansada no.

P: Porque con el traje se suda mucho, ¿no?

R: Sí se suda, sí. Bastante agobiada, bastante.

P: Durante todo ese tiempo, esa semana antes de que fuérais al hospital, tú estuviste tomándote la fiebre...

R: Sí.

P: ¿Y fuiste tomando nota?

R: Sí lo hice. Sí lo tengo apuntado en el teléfono. Yo creo que sí, que lo tengo, si no se ha borrado, sí, lo tengo apuntado en el teléfono.

P: Teresa, a Exkálibur sí que se lo llevó el ébola...

R: Me parece un asesinato.

P: ¿Quieres que se pidan responsabilidades por su muerte?

R: Claro que quiero, por supuesto.

P: Explícalo mejor, por favor.

R: ¿Qué lo explique mejor? Porque a ver, que el animal es inocente, qué culpa tiene el animal que está en casa tranquilo y tienen que venir a cogerle y asesinar al perro...

P: ¿Y el consejero de Sanidad de Madrid?

R: Es un irresponsable.

P: ¿Has notado el cariño de tus compañeros estos días?

R: Hombre, por supuesto, je, je, je... Lo que más.

P: ¿Qué te dicen?

R: ¿Qué me dicen? Pues muchos ánimos, y que a ver si se quitan los trajes amarillos para darme abrazos y besos, y venga, y venga y ánimos y ánimos... Y me traen de todo, y «¿Qué necesitas?», y así, bueno, es increíble. Yo agradecida hasta la muerte. Estoy muy emocionada. Lo peor ha sido lo del perro.

P: Claro, pero cuando salgas habrá que darle un sucesor a 'Exkálibur', ¿no?

R: Yo quería un perrito, sí. A ver, buscarme uno.

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