Schettino: "Era ahogarme o subir a la lancha"

ROMA. El que fuera capitán del crucero Costa Concordia, que naufragó en 2012 y provocó la muerte a 32 personas, dijo hoy visiblemente emocionado que aquella noche tuvo que elegir entre “morir” o “subir a la lancha” con la que se puso a salvo.

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“Desgraciadamente había personas atrapadas en las terrazas, son imágenes inolvidables. En aquel momento, entre morir, ahogarme o caer... subí a la lancha”, recordó Schettino.

Lo hizo en el Teatro de Grosseto (centro), donde se celebra este proceso que inició en julio de 2013 y que le podría acarrear una condena de 20 años.

Schettino está acusado de homicidio culposo múltiple, abandono de la nave, naufragio y de no haber informado a las autoridades portuarias inmediatamente después de la colisión contra un escollo frente a la isla italiana del Giglio (centro).

La de hoy fue la quinta audiencia del juicio y, durante su comparecencia, Schettino continuó extendiendo la responsabilidad del desastre a otros compañeros de la sala de mandos del barco.

“Los oficiales en el puente de mando prefirieron morir a hablar. Si padecen sumisión psicológica ante el comandante, que trabajen en otra cosa. Un oficial tiene la obligación jurídica de manifestar un peligro inmediato, por el contrario, callar significa provocarlo”, dijo en respuesta a las preguntas del fiscal, Stefano Pizza.

“Estoy preparado para asumir mi parte de responsabilidad. Sin embargo, el éxito de la operación dependía también de las personas ubicadas en los puestos clave”, prosiguió, esta vez en relación con las labores de evacuación de la nave, en la que viajaban 4.229 pasajeros

En el naufragio perdieron la vida un total de 32 personas, a las que se suma la muerte de un submarinista español que pereció el pasado febrero durante las tareas de preparación para el remolque del coloso.

Por otro lado, el pasado julio, en un proceso paralelo sobre el naufragio, se dictaminaron las penas de 23 meses y 18 meses a los oficiales Ciro Ambrosio y Silvia Coronica, respectivamente; de 20 meses al timonel Jacob Rusli; de 30 al jefe de a bordo, Manrico Giampedroni, y de 34 meses a Roberto Ferrarini, jefe de la unidad de crisis en tierra de Costa Cruceros, la naviera propietaria.

Sobre los restos del crucero, después de dos años varados frente a las costas de la isla toscana, finalmente y mediante una operación de ingeniería sin precedentes, se logró enderezarlo, reflotarlo y trasladarlo a la ciudad de Génova (norte) , donde está siendo desmantelado. 

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