Salud de enfermera con ébola empeora

WASHINGTON. La salud de una auxiliar de enfermería infectada de ébola en España empeoraba el jueves, cuando Estados Unidos pidió medidas para evitar que la epidemia de esta fatal fiebre hemorrágica se convierta “en un próximo sida”.

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La muerte el martes de un liberiano que estaba internado en Texas (centro-sur de EE.UU.) y la contaminación de una auxiliar de enfermería en Madrid en medio de aparentes fallas graves en los protocolos sanitarios elevaron el alerta a nivel mundial.

América y Europa reforzaron los controles para evitar la propagación del mal y el jefe de la ONU, Ban Ki-moon, pidió multiplicar “por 20” la ayuda actual para intentar ponerlo a raya.

Mientras tanto, la vida de la auxiliar de enfermería Teresa Romero, de 44 años, corría “un grave riesgo”, dijo el presidente de la región de Madrid, Ignacio González.

La técnica sanitaria, internada en el Hospital La Paz-Carlos III, es la primera persona que se contagia fuera de África occidental, donde esta implacable fiebre hemorrágica ha dejado más de 3.900 muertos este año.

Se trata de la peor epidemia desde la irrupción del sida en los años 80, dijo la autoridad de la Salud estadounidense.

“Este será un largo combate (...) En los treinta años que llevo trabajando en la salud pública, lo único comparable ha sido la del sida”, estimó Tom Frieden, director de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC).

Los CDC pronosticaron que el número de infectados podría ascender a 1,4 millones para enero si no se toman medidas firmes para combatir la enfermedad, que se contagia por contacto con fluidos corporales de una persona infectada y provoca fiebre, diarrea, vómitos y agudo dolor muscular y en las articulaciones.

“Tenemos que trabajar para que esto no sea un próximo sida”, dijo Frieden a jefes de la ONU, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional reunidos en Washington.

La inquietud crecía el jueves en España ante la posibilidad de nuevas infecciones, a raíz de denuncias de múltiples fallos en la gestión de la enfermedad.

En un informe abrumador, Juan Manuel Parra, doctor de urgencia de 41 años, describió las 16 horas que se ocupó de Teresa Romero el 6 de octubre y dijo haber usado una protección insuficiente antes de que la paciente fuera diagnosticada.

Considerado de “alto riesgo” debido a tales contactos, el doctor ingresó voluntariamente el miércoles al hospital pese a que no presenta síntoma alguno.

Esa misma noche fue también hospitalizada una médica de atención primaria que había atendido a Romero antes de saber que había contraído el virus. Y, en la mañana del jueves, otro médico. Ambos sin síntomas.

El periodo de incubación de la enfermedad oscila entre 10 y 21 días y, según los expertos, el virus se contagia a partir de que se manifiestan los síntomas.

También está aislado un enfermero que, como Romero, atendió a dos misioneros españoles, repatriados desde África y que murieron en Madrid el 12 de agosto y el 25 de septiembre.

Aún se esperan los resultados de la prueba de ébola realizados a este enfermero, que tiene fiebre, y otra enfermera del mismo equipo.

La propia Teresa y su esposo —quien está en observación pero sin síntomas— completaban el balance de siete hospitalizados el jueves.

Durante una videoconferencia de los responsables de seguridad sanitaria de los 28 países de la UE, un representante del gobierno español admitió el miércoles una “posible relajación de algunos procedimientos” cuando se trató al segundo misionero repatriado.

Frente a esto, autoridades y expertos advirtieron en Bruselas sobre la necesidad de cerrar todos los resquicios para impedir la propagación del virus.

Con el nivel de regulación sanitaria y médica que hay en Europa, “la situación no es comparable con lo que ocurre en África”, dijo el miércoles el portavoz de salud de la Comisión Europea, Frédéric Vincent.

De momento, ésta decidió reforzar la información proporcionada a los viajeros y al personal médico con el objetivo de detectar lo más rápidamente posible cualquier entrada de enfermos en la UE.

Sin embargo, el control de los viajeros a su llegada a Europa “no es la solución milagrosa”, consideró la ministra de Salud francesa Marisol Touraine, pidiendo un refuerzo del “control de salida” en los países africanos afectados.

Y en el Reino Unido crecía la presión para que el gobierno pusiese en marcha medidas de seguridad similares a las establecidas en Estados Unidos. “¿Por qué el Reino Unido no hace pruebas de ébola a los pasajeros aéreos?”, clamaba la portada del diario Daily Mail.

Canadá y Estados Unidos anunciaron que aplicarán fuertes controles a los pasajeros que lleguen a sus aeropuertos procedentes de los países de África occidental, básicamente Liberia, Sierra Leona y Guinea.

El estado mexicano de Tamaulipas, fronterizo con Estados Unidos, decidió aplicar una vigilancia epidemiológica en albergues y puntos de tránsito de emigrantes, así como en el puente internacional donde arriban los menores repatriados de suelo estadounidense.

Otros países de América Latina tomaron medidas para prevenir y detectar la enfermedad.
Mientras tanto, en España, continuaba la búsqueda y control de todas las personas que estuvieron en contacto con los enfermos de ébola.

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