El canciller ruso, Sergei Lavrov, se entrevistó por teléfono con su homólogo turco, Mevlut Cavusoglu, en el primer contacto bilateral desde que el martes Turquía derribó un caza ruso, al que acusa de haber violado el espacio aéreo turco.
Tras la conversación, Lavrov dijo que Moscú tiene “serias dudas de que se trate de un acto espontáneo” y estimó que el incidente “se parece mucho a una provocación planificada”. No obstante, “no planeamos ir a una guerra con Turquía; nuestra actitud hacia el pueblo turco no ha cambiado”, dijo Lavrov para calmar la situación. Eso sí, Moscú va a “reevaluar seriamente” su relación bilateral.
Ankara sostiene que sus dos cazabombarderos F-16 abatieron el Su-24 ruso tras haberle advertido diez veces que abandonara el espacio aéreo turco. Moscú por el contrario asegura que su aparato jamás abandonó el espacio sirio. El mismo martes, el presidente ruso Vladimir Putin tachó el incidente de “puñalada en la espalda cometida por cómplices de los terroristas”, y este miércoles recomendó a sus conciudadanos que boicoteen las playas turcas, un importante destino turístico.
Horas antes, el gobierno de Turquía, país miembro de la OTAN, se esforzó en rebajar la tensión con Moscú. El presidente, Recep Tayyip Erdogan, declaró en un discurso en Estambul que su país no tiene “la menor intención de provocar una escalada” , aunque advirtió también que “nadie puede esperar que nos quedemos en silencio, cuando la seguridad de nuestras fronteras y nuestra soberanía se ven violadas”.
Poco después, el primer ministro turco Ahmet Davutoglu abundó diciendo a sus diputados que su gobierno “no tiene intención de poner en peligro” las relaciones con Rusia, que “es nuestro amigo y nuestro vecino”. El aparato ruso se estrelló en el extremo noroeste de Siria, al norte de Latakia. Desde hace días, la zona es escenario de combates entre el ejército sirio, apoyado por la aviación rusa desde el 30 de septiembre, y grupos rebeldes.
Uno de los dos pilotos, que consiguió eyectarse antes de la caída, murió a manos de rebeldes sirios antes de tocar tierra, según Moscú. El segundo fue rescatado y llevado a su base gracias a una operación del ejército sirio regular y tropas rusas, anunció este miércoles el ministro ruso de Defensa, Serguei Shoigu.
El incidente ha abierto una grave crisis entre dos países que mantienen posiciones encontradas en el conflicto sirio. Prueba de esa tensión, este miércoles cientos de manifestantes lanzaron piedras y huevos contra la embajada de Turquía en Moscú, sin que la policía interviniera.
Para Turquía, la renuncia del presidente sirio Bashar al Asad es una condición indispensable para solucionar la contienda. Rusia, en cambio, apoya al mandatario contra viento y marea, junto con Irán y el Hezbolá chiita libanés. Por otro lado, tras el incidente Rusia anunció el despliegue de sistemas de defensa antiaérea S-400 en su base aérea de Hmeimim, en el noroeste de Siria, lo que completará el envío, frente a las costas de este país, del crucero lanzamisiles Moskva.
A nivel estratégico, el incidente dificulta mucho los esfuerzos de Francia de sumar a Moscú a la coalición antiyihadista. El embajador ruso en París, Alexander Orlov, aseveró este miércoles que su país está dispuesto a formar “un Estado Mayor conjunto” contra el EI, que incluya a Francia, Estados Unidos e incluso a los turcos, que “si también quieren, son bienvenidos” a dicha coalición.
Sin embargo, el presidente estadounidense, Barack Obama, advirtió el martes que para trabajar con Rusia, este país deberá concentrar sus ataques en Siria contra los yihadistas del Estado Islámico, y no otros grupos rebeldes hostiles al presidente Asad.