“Ir a misa debería hacerse de una manera ordenada y reuniendo los estándares mínimos”, alegó el funcionario del departamento gubernamental Junta de Desarrollo de Ruanda (RGB, en inglés), Justus Kangwagye.
Para tomar esta decisión, Kangwagye determinó que “ejercer tu libertad de rezo no debería invadir los derechos de otra persona”, y especificó que han mandado que paren su actividad hasta que cumplan los requisitos y puedan garantizar la seguridad de los fieles.
La mayoría de las iglesias cerradas no tenían agua ni servicios, otras funcionaban en pequeñas tiendas y varias no tenían autorización legal para operar, informó el Gobierno.
“Respecto a la higiene y a la salud, no puedes convocar una reunión donde no hay agua para lavarse las manos o baños”, alertó el funcionario.
Muchos ciudadanos de Kigali han visto esta medida como demasiado dura y una violación a su libertad de culto, criticando que el gobierno debería haber dado más tiempo para arreglar la situación y que miles de cristianos no tienen ahora dónde acudir a rezar. El gobierno seguirá cerrando iglesias, pero también reabrirá aquellas que mejoren sus servicios, según Kangwagye.
La ciudad de Kigali, en su lucha por convertirse en la más limpia de África, ha fijado unos estándares de limpieza y seguridad muy altos, que muchas iglesias no reúnen, por lo que es poco probable que algunas vuelvan a abrir.