“No está prevista una reunión con Obama. No ha sido pedida, pero pudiera ocurrir, como siempre pasa en las cumbres”, dijo un portavoz del Palacio presidencial de Planalto sobre un posible encuentro en el marco de la Cumbre que el G20 celebrará los próximos jueves y viernes en la ciudad rusa de San Petesburgo.
Rousseff partió hacia San Petersburgo la noche del lunes, mientras que Obama es esperado el jueves, poco antes del inicio de la Cumbre.
“No será una coincidencia cómoda en este momento, pero tampoco se puede ni se debe evitar”, dijo la fuente consultada por Efe sobre la difusión de documentos revelados por el exanalista de la Agencia Nacional de Seguridad de EE.UU. (NSA, en inglés) Edward Snowden, que hablan del espionaje sufrido directamente por Rousseff.
Según esos documentos, divulgados el domingo por el canal de televisión Globo, la NSA intervino los correos electrónicos y los teléfonos de la presidenta brasileña y tuvo acceso al contenido de sus comunicaciones con muchos de sus asesores y ministros.
Los documentos aseguran que también fue espiado el presidente de México, Enrique Peña Nieto, otro de los líderes que asistirán a la Cumbre del G20.
Brasil reaccionó con indignación a esas revelaciones, convocó al embajador de Estados Unidos en el país, Thomas Shannon, y exigió explicaciones “rápidas y por escrito” al Gobierno de Obama.
“Transmití la indignación del Gobierno” y “manifesté que la violación de las comunicaciones de la presidenta es inadmisible, inaceptable, y constituye una violación de la soberanía brasileña”, dijo el canciller brasileño, Luiz Alberto Figueiredo, sobre su reunión con Shannon.
Los nuevos documentos de Snowden surgieron en momentos en que Rousseff prepara una visita a Washington, prevista para el próximo 23 de octubre.
Esa visita sería la primera de un mandatario brasileño a la Casa Blanca revestida con carácter de Estado desde 1995, cuando Fernando Henrique Cardoso fue recibido con esos honores por el entonces presidente de Estados Unidos Bill Clinton.
No obstante, la “indignación” que causó el supuesto espionaje estadounidense a Rousseff parece haber dejado esa visita pendiente de un hilo.
Este lunes, al explicar en rueda de prensa la reacción de Brasil frente a las nuevas denuncias, el canciller Figueiredo se negó una y otra vez a responder si la visita se mantiene en pie. “No estoy aquí para hablar de esa visita”, respondió.