Río intensifica ofensiva en favela Cidade de Deus tras muerte de 4 policías

RÍO DE JANEIRO. La muerte de cuatro policías por la caída de un helicóptero próximo a la favela Cidade de Deus, en Río de Janeiro, obligó las autoridades a reforzar por tiempo indeterminado la seguridad en el conjunto de barriadas pobres.

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Los agentes intensificaron la operación policial en esta favela situada en la zona oeste de Río de Janeiro y al menos tres personas, una de ellas cargada con fusiles, fueron detenidas durante un exhaustivo control.

Las autoridades investigan las causas del siniestro y no descartan que el helicóptero haya sido abatido por criminales, ya que la víspera se registró un intenso tiroteo entre policías y grupos de narcotraficantes en la región. La hipótesis se reforzó después de la divulgación de varios vídeos publicados por el diario Extra, en los que se muestra a la aeronave a baja altitud y criminales celebrando el supuesto ataque al aparato.

No obstante, los investigadores también barajan la posibilidad de una falla mecánica, lo que será esclarecido por el Centro de Investigación y Prevención de Accidentes Aeronáuticos (Cenipa).

El tiroteo registrado el sábado en la zona obligó a cerrar en diversas ocasiones la línea amarilla, una de las principales carreteras de Río de Janeiro, y muchos conductores intentaron huir en sentido contrario y otros se bajaron de sus vehículos para protegerse tras los muros de la vía ante el ruido de las balas.

El siniestro se produjo a poco más de seis kilómetros del Parque Olímpico, el complejo deportivo que en agosto pasado concentró la mayor parte de las instalaciones de los Juegos de Río 2016.

Este domingo los agentes cercaron las principales vías de acceso a la favela de Cidade de Deus, un conjunto de barriadas pobres de alrededor de 47.000 habitantes que ganó fama mundial en 2002 tras la película homónima dirigida por Fernando Meirelles y Katia Lund. El filme narra los enfrentamientos entre bandas rivales por el control del tráfico de drogas en la barriada, que durante décadas han sido comunes en diferentes comunidades de Río de Janeiro.

En 2009 las bandas de narcotraficantes fueron expulsadas de esta y otras favelas con la instalación de una comisaría permanente, conocidas como Unidad de Policía Pacificadora (UPP), pero en los últimos años los criminales luchan por recuperar el terreno perdido.

La ofensiva de los narcotraficantes ha aumentado en medio de la grave situación económica que vive Río de Janeiro y que ha debilitado los recursos destinados a la seguridad pública. En plena crisis, José Mariano Beltrame, quien durante diez años fue secretario de Seguridad Pública del estado y artífice de la política de pacificación de las favelas, renunció en octubre pasado.

Días después, dimitió el jefe de la Policía Civil de Río de Janeiro, Fernando Veloso, ante la “falta de recursos” del órgano y la “dificultad de las misiones confiadas”. Veloso denunció la carencia de los sistemas informáticos de la Policía y la falta de mantenimiento de los vehículos blindados, los cuales, según dijo, funcionan gracias a la iniciativa privada.

La aguda crisis económica de la “Ciudad Maravillosa” ha debilitado el programa de “pacificación”, el cual comenzó en 2008 con la toma de la favela de Santa Marta por parte de la Policía y se instaló en más de 200 barriadas pobres en las que viven más de un millón y medio de personas.

La disminución de los recursos destinados al programa de “pacificación” ha abierto una vía para los narcotraficantes, que intentan reconquistar el control de las comunidades con un recrudecimiento de la violencia. Desde su instalación, el programa ha tenido resultados palpables en la mejoría de la seguridad en Río, pero también se ha puesto en entredicho porque, a lo largo de estos años, se han multiplicado los casos de abusos policiales.

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