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Desde primeras horas de la mañana se formó una larga cola para acceder a la imponente Basílica de San Pedro, donde los cardenales, entre ellos los 115 que tienen derecho a voto, celebraron la misa “Pro Eligendo Pontifice” previa al cónclave.
“Ojalá elijan un papa con mucha fuerza, sabiduría, mucha coherencia. Y que resuelva los escándalos de Vatileaks!” , explicó Verónica, una mexicana, de 30 años, que viajó con su marido y su hijo para ver de cerca a quien resulte electo como 266º jefe de la Iglesia católica.
Los cardenales se aislarán este martes en la Capilla Sixtina, bajo los magníficos frescos de Miguel Ángel, para elegir al próximo Sumo Pontífice, en una de las elecciones más rituales y secretas del mundo.
A pesar de las nubes negras, que desembocaron en una tormenta intensa pero breve sobre la Plaza de San Pedro, los fieles permanecieron en la explanada siguiendo las casi dos horas de misa por las pantallas gigantes instaladas por el Vaticano, las mismas que a partir de este martes empezarán a mostrar la chimenea por donde saldrá el humo blanco anunciando que hay un nuevo papa.
“La iglesia tiene dos almas, la parte de la fe y la parte política”, explica un joven latinoamericano, empleado del Vaticano, que pidió no ser identificado porque, asegura con una sonrisa, en “el Vaticano no hay sindicatos”.
Según este guía, que asegura conocer a fondo la Iglesia y sus secretos y acompaña a los turistas para descubrir el estado más pequeño del mundo, la institución tiene que volver al Concilio Vaticano II, que en los años 1960 modernizó la Iglesia. “El programa está ahí, sólo hay que aplicarlo”, afirma.
Otros católicos son mucho más reservados sobre el perfil que debería tener el nuevo papa y, aunque son conscientes de los problemas, destacan la proximidad de la Iglesia con el pueblo, sobre todo en Latinoamérica. “Se dicen muchas cosas de la Iglesia pero mi experiencia es la cercanía con la gente”, explica Sergio Vázquez, un sacerdote de Ciudad de México.
Dentro de la Basílica, el decano del colegio cardenalicio, Angelo Sodano, pidió “humildad”, “unidad de a Iglesia” y “cooperación” con el próximo papa, lo mismo que piden muchos católicos.
Poco a poco van apareciendo en San Pedro algunos fieles de rodillas, rezando en silencio, rodeados por curiosos y cámaras de televisión.
“Estamos rezando sin interrupción, día y noche, pidiendo a la gente que venga a apoyar a los cardenales en su plegarias” , explica Fabien Lambert, vicario de la iglesia San Lorenzo in Piscibus, en el centro de Roma.
Tras la misa, un torrente de sacerdotes y de monjas salen sonrientes de la Basílica, entre ellas muchas misioneras de la caridad, la orden fundada por Madre Teresa de Calcuta, o monjas de la orden de las Brigidinas, con su peculiar corona blanca con cinco puntos rojos, que representan las llagas de Cristo en la cruz.
“Hay que rezar mucho con toda la Iglesia para unir nuestra voluntad” , dice una joven española de la orden de las “monjas azules” que no quiere pronunciarse sin embargo sobre el papa ideal.
Ahora todos los ojos estarán puestos en el color del humo de la chimenea de la Capilla Sixtina, del que dependerá el destino catolicismo, un credo de 1.200 millones de fieles, confrontado en los últimos años a escándalos, revelaciones de luchas intestinas y denuncias de corrupción.