Meshael Alayban, de 42 años, una de las seis esposas del príncipe Abdulrahman bin Nasser bin Abdulaziz al Saudd, nieto del rey Abdalá de Arabia Saudita, debía declarar ante la corte sobre los cargos presentados en su contra en julio.
Pero el fiscal del condado de Orange, Tony Rackaukas, anunció inesperadamente el retiro de los cargos contra la princesa debido a la falta de pruebas, aunque había dicho antes que se trataba de “un caso ejemplar de trabajo forzado”.
La princesa, detenida y acusada en California en julio, enfrentaba 12 años en prisión si hubiera sido hallada culpable de tráfico de personas.
Liberada tras pagar una fianza de cinco millones de dólares, debía llevar permanentemente un sistema de geolocalización (GPS) y no podía salir del condado de Orange sin permiso.
Según la empleada keniata, Alayban la obligaba a trabajar 16 horas al día, siete días a la semana, por un salario mensual de 220 dólares, en su palacio de Arabia Saudita y una residencia en Irvine, al sureste de Los Ángeles.
La empleada -una mujer de 30 años, madre de una niña de siete y cuya identidad no ha sido revelada- también denunció que la princesa le había confiscado el pasaporte para impedirle huir.
Según los abogados de Alayban, empero, la keniata había viajado a California en primera clase y estaba de compras en los centros comerciales de Irvine a expensas de la princesa.
La supuesta víctima logró escapar de la residencia de Alayban el 9 de julio, se subió a un autobús y, ayudada por uno de los pasajeros, acudió a la policía.