Registros filtrados revelan rol del offshore en destrucción de bosques

Cómo abogados y grandes bancos ayudaron a una de las principales papeleras de Asia a expandirse a pesar de malos antecedentes abientales y conflictos sociales.

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En la isla de Padang, en el corazón de la industria maderera del país, un grupo de adolescentes señala los restos calcinados de palmeras sagú, las secuelas de los incendios que han incinerado los frondosos bosques de la nación del archipiélago por dos décadas.

“Hay una sensación de ira”, dijo Alvin, de 15 años, que creció en la aldea de Bagan Melibur. “Los efectos de la quema de bosques y la deforestación son enormes” para humanos y animales, dijo.

En 2015, los incendios eran tan intensos en la cadena de islas que una amarga neblina cubría la mayor parte de Indonesia y llegó hasta Tailandia. Vuelos de aviones se cancelaron. Los niños iban al colegio con máscaras protectoras. Estudios vincularon los niveles de esmog con al menos 19 muertes y problemas respiratorios en hasta un millón de personas. La agencia meteorológica de Indonesia calificó a la insoportable penumbra como “un crimen contra la humanidad”.

Los fuegos que produjeron el esmog fueron el resultado de una prolongada sequía y prácticas de talar y quemar utilizadas para despejar los frondosos bosques pantanosos de Indonesia para hacer espacio para plantaciones de aceite de palma y madera contrachapada. Ante esto, grupos ambientales criticaron a los agentes industriales involucrados en despejar los bosques de Indonesia, incluyendo a Asia Pacific Resources International Holdings Ltd. (April), una de las más grandes productoras de papel del mundo.

Una filtración de registros offshore revela que April es una de las compañías de recursos naturales de la región que fueron capaces de prosperar y talar grandes porciones de los bosques tropicales de Indonesia gracias a una red global de banqueros, abogados y contadores de élite que la ayudaron a lidiar con desafíos corporativos y de impuestos.

Los documentos muestran que la firma legal Appleby, con base en Bermuda, y bancos como Credit Suisse el ABN Amro de Holanda siguieron ayudando a April a estructurar sus operaciones a pesar de cuestionamientos sobre los antecedentes ambientales de la compañía papelera.

Registros internos de Appleby iluminan preocupaciones de estudiosos, grupos activistas y agentes gubernamentales de que el sistema financiero offshore ayuda a financiar y expandir compañías involucradas en la destrucción de bosques y otras prácticas que contribuyen al cambio climático global. Agudiza el problema el hecho de que Indonesia es hogar de la tercera expanción de bosques tropicales más grande del mundo y tiene la mayor tasa de deforestación.

Los documentos filtrados fueron obtenidos por el diario alemán Süddeutsche Zeitung y compartidos con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) y con otros 94 medios.

Un análisis por parte del ICIJ de los documentos halló que April es una de una docena de compañías de productos forestales de Asia que han empleado los servicios de Appleby, que se considera “una de las más grandes proveedoras mundiales de servicios legales offshore”. April ha movido miles de millones de dólares por una red de compañías offshore desde las Islas Cook en el Pacífico Sur hasta las Islas Vírgenes Británicas en el Caribe, según la examinación del ICIJ.

“April no comenta públicamente sobre detalles de su manejo financiero”, escribió el portavoz de la compañía en un email.

April es miembro del Royal Golden Eagle Group, uno de los mayores conglomerados de recursos de Asia. Con base en Singapur, RGE emplea a más de 60.000 personas en todo el mundo produciendo papel, aceite de palma y más. El conglomerado es muy discreto, y hay escasa información financiera sobre él.

RGE dice que provee “asesoramiento estratégico y contratación externa de procesos comerciales” a April y otras compañías en el grupo y que cada una es “conducida independientemente, es dueña de sus bienes y gestiona sus finanzas de forma autónoma”.

Nadie duda de quién controla todo: el multimillonario indonesio Sukanto Tanoto, que surgió de circunstancias modestas para convertirse en una de las figuras más poderosas y conectadas del país.

Tanoto se hizo cargo del negocio familiar de proveer repuestos a la industria petrolera y de construcción en 1967, de acuerdo al sitio web de la compañía, y pronto ganó contratos de una compañía estatal de petróleo y gasolina. Fundó RGE en 1973 y pasó all negocio forestal como fabricante de madera contrachapada.

El difunto presidente indonesio Suharto, el dictador que asumió el poder en 1967, impulsó el desarrollo alentando a la explotación masiva de los recursos naturales del país. Declaró que los bosques del país - alrededor de tres cuartos de todo el territorio indonesio - eran propiedad del Estado, ignorando a las comunidades indígenas que reclamaban su propiedad. La concesión de los bosques se repartió entre miembros de su familia, socios comerciales y los leales. Al final de la era Suharto, que se extendió hasta la década de 1990, cerca de 100 millones de acres del bosque tropical de Indonesia - un área del tamaño de Alemania y Holanda combinados - habían sido arrasados.

Tanoto abrió su primera fábrica papelera con una ceremonia a la que asistieron Suharto y su gabinete. Con el pasar de los años sus compañías se beneficiaron de generosos subsidios del Gobierno al sector forestal, incluyendo royalties para el Gobierno que se mantuvieron artificialmente bajos desde los ‘90, de acuerdo a la Comisión de Erradicación de la Corrupción de Indonesia e investigadores forestales.

Tanoto se pasó al aceite de palma, la electricidad y una fibra utilizada para hacer rayón y celofán cuando el país aprovechaba el boom económico de mediados de los ‘90 para convertirse en un “tigre asiático”.

Por ese entonces, RGE comenzó a mover sus negocios financieros a paraísos fiscales, de acuerdo a registros examinados por el ICIJ, estableciendo entidades corporativas en jurisdicciones con impuestos bajos o nulos, y moviendo capital al offshore.

En setiembre de 1994, las primeras piezas de lo que se convertiría en el grupo April surgieron con la formación de dos compañías en Bermuda, un punto clave en el sistema financiero offshore. Esas firmas contrataron a Appleby para administración y servicios legales. En menos de un año, una de esas entidades de Bermuda, también conocida como April, entró en la lista de la Bolsa de Valores de Nueva York. Según documentos secretos empleados en 2013 en la investigación “Filtraciones Offshore” del ICIJ, una proveedora de servicios offshore de Singapur llamada Portcullis TrustNet ayudó a RGE a establecer una compañía en las Islas Vírgenes Británicas y dos firmas en las Islas Cook. Una de las compañías de las Islas Cook era PEC-Tech Ltd., una firma de ingeniería que se convirtió en participante activa en la operación papelera de Tanoto.

Para algunas de las corporación creadas a través de Portcullis, Tanoto firmó contratos que autorizaban a una tercera compañía ejecutar transacciones en su nombre. Tanoto, chino de nacimiento convertido en ciudadano indonesio, firmó las autorizaciones con su nombre chino, Tan Kang Hoo.

La crisis financiera asiática de 1997 puso en picada a la economía indonesia y sacó del poder a Suharto. El shock económico obligó a que April saliera de la Bolsa de Valores de Nueva York en 2001, tambaleándose bajo $1.300 millones de dólares en deudas.

El gobierno del presidente Megawati Sukarnoputri intervino para rescatar a la industria de recursos del país. La Agencia de Reestructuración del Banco Indonesio y acreedores locales e internacionales reestructuraron las deudas de April y sus competidores. De acuerdo a reportes de expertos forestales de Indonesia, April acordó expandir sus operaciones papeleras en la mayor isla indonesia de Sumatra a cambio de la reestructuración.

April también se expandió a China, Brasil y otros lugares, de acuerdo al sitio web de la compañía. Documentos de Appleby muestran que April tiene o tuvo subsidiarias en Dubái, Seychelles y otros paraísos fiscales. Estas compañías no aparecen en el sitio público de April.

RGE, mientras tanto, movió su sede central a Singapur, un centro financiero con bajos impuestos, donde permanece.

La creciente complejidad del conglomerado le causó problemas en 2007, cuando las autoridades del fisco indonesio comenzaron a investigar al gigantesco afiliado de RGE conocido como Asian Agri. El Gobierno alegaba que entre 2002 y 2005, gerentes de Asian Agri desarrollaron un sofisticado plan de evasión de impuestos que involucraba a 14 subsidiarias.

Las autoridades aseguraban que Asian Agri utilizaba corporaciones pantalla en las Islas Vírgenes Británicas, Macau y Hong Kong para manipular el precio de bienes transferidos y reducir artificialmente las ganancias de las compañías indonesias mientras incrementaban las de las subsidiarias offshore. En 2012, la Corte Suprema de Indonesia sentenció al gerente de impuestos indonesio de Asian Agri a dos años en prisió y ordenó a la compañía pagar más de $440 millones en impuestos y multas.

Mientras la unidad de aceite de palma de RGE combatía problemas de impuestos, April, la compañía de productos forestales del conglomerado, estaba envuelta en controversia a medida que seguía su expansión.

El año previo una subsidiaria de April ganó una licencia para operar en la isla de Padang en 2009, el regente de una provincia en el centro de Sumatra había sido procesado y sentenciado a 11 años de cárcel por recibir $100.000 en sobornos a cambio de emitir licencias de plantaciones a compañías que realizaban tala ilegal en bosques protegidos. Siete de esas compañías eran proveedoras de madera para April de acuerdo a reportes de medios. Ni April ni sus subsidiarias fueron acusadas, pero ambientalistas dicen que la compañía carga con responsabilidad porque su subsidiaria compró madera de compañías que operaban ilegalmente. Eyes on the Forest, una coalición ambiental, afirmó que April era responsable de la destrucción de 350.000 acres de bosque en Sumatra y que la compañía “a sabiendas usó madera natural de bosque de concesiones cuyas licencias se emitieron por medio de prácticas corruptas”.

April disputa ese alegato. “Realizamos conversión de tierra de manera responsable”, escribió April en respuesta al reporte de Eyes on the Forest. “Las acusaciones de que April o aquellos de los que la compañía adquiere fibra de madera operan de forma ilegal, o que las concesiones entregadas fueron objeto de prácticas corruptas, son incorrectas”.

En 2016, la Corte Suprema de Indonesia multó a uno de los proveedores de April por $1.200 millones tras descubrir que el proveedor había hecho tala ilegal y destruyó más de 18.000 acres de bosque.

Residentes de Bagan Melibur, en el sur de la isla Padang, al este de Sumatra, dijeron que se enteraron de las actividades de tala de April cuando granjeros que viven en el bosque notaron la maquinaria pesada. Leñadores comenzaron a despejar el bosque y plantar acacias para la producción de papel, mientras que excavadores cavaban canales para transportar troncos a la fábrica y para drenar el pantano.

Los aldeanos organizaron marchas, huelgas de hambre y otras protestas. Algunos se cosieron los labios para protestar por el apoyo del Gobierno a la compañía.

Un manifestante, Budimaridi (algunos indonesios tienen un solo nombre), dijo que los aldeanos usan el bosque para cultivar árboles de caucho, palmas y palmeras de sagú, empleadas para producir almidón para bizcochos y galletas.

“Somos una familia, una aldea” y tenemos “un problema”, dijo Budimaridi. “Siguen explotando” el bosque y “seguimos luchando”.

En 2013, el Gobierno central quitó cerca de 17.000 acres de tierra reclamada por los isleños, incluyendo los que viven en Bagan Melibur, de la concesión de April. Sin embargo, según organizaciones ambientales, la compañía continuó con sus operaciones allí con la aprobación tácita del Gobierno. April declinó comentar sobre estas afirmaciones.

“A veces sentimos que ya no somos ciudadanos indonesios”, dijo Budimaridi, que trabaja para una compañía local de electricidad. “Nuestro gobierno no es lo suficientemente fuerte para controlar a la compañía.”

Aún cuando las quejas se acumulaban, los préstamos de grandes bancos seguían llegando, a menudo a través de una red de corporaciones y luego a compañías que operaban en los bosques de Indonesia.

En diciembre de 2010, por ejemplo, un grupo de bancos liderados por Credit Suisse, con Appleby como consejeros, acordaron prestar más de $180 millones al grupo April, de acuerdo a un gráfico en los archivos internos de Appleby. El dinero tenía como destino a PEC-Tech, la compañía de ingeniería de las Islas Cook. Pero no iría de forma directa, de acuerdo al gráfico.

En lugar de eso, el prestatario eera una compañía de las Islas Vírgenes Británicas, Gold Crest Capital, que a su vez prestaría la suma a otra compañía de las Islas Vírgenes Británicas ue enviaría el préstamo a una compañía de Singapur, que iba a “actuar como una tesorería y centro de finanzas para el grupo April”, de acuerdo a los emails de Appleby.

La compañía de Singapur, Heliosity Consulting, prestaría dinero a la unidad indonesia de suministro de celulosa de April, que pagaría a PEC-Tech por una nueva línea de producción de celulosa.

El complejo acuerdo era parte de una estructura creada para disminuir la carga de impuestos del grupo, según un abogado de los bancos escribió a Appleby en un email.

Appleby no creó esta estructura pero proveyó servicios legales a los bancos involucrados con préstamos a algunas de las subsidiarias de April.

Los efectos de este acuerdo en impuestos son desconocidos. Los archivos filtrados muestran que en 2013 la subsidiaria de April en las IVB obtuvo un préstamo similar descrito como libre de impuestos.

La portavoz de Appleby dijo que la compañía “cumple con todas las obligaciones de impuestos en las jurisdicciones en las que opera” y “cumple con todas las leyes y regulaciones domésticas e internacionales relevantes en sus negocios financieros como parte de un compromiso general a un buen gestionamiento corporativo y prácticas comerciales sostenibles”.

Expertos entrevistados por el ICIJ dijeron que las firmas pueden disminuir el costo de los préstamos moviéndolos a través de compañías pantalla en las IVB y otros paraísos fiscales a centros financieros como Singapur. Esto puede reducir o evitar retenciones fiscales en los pagos de intereses a los prestamistas. Entonces, las ganancias del préstamos se distribuyen a una compañía operativa en un país con altos impuestos como Indonesia.

Este tipo de accionar es legal y de hecho común. Los archivos de Appleby revelan que entre 2006y 2013, April movió hasta $3 mil millones a subsidiarias por medio de su compañía de las Islas Vírgenes Británicas y otras entidades offshore.

Los expertos dicen, sin embargo, que estos arreglos a menudo mueven ganacias sujetas a impuestos de jurisdicciones que cargan con los costos sociales de la explotación de recursos a otros que simplemente cobran menos impuestos. Varios reportes de grupos de derechos humanos y agencias de desarrollo han documentado cómo la toma de tierras y el desplazamiento forzado de personas indígenas a menudo son las consecuencias de las prácticas de negocios de las compañías de recursos naturales. Los resultados son el empobrecimiento de comunidades cuyas vidas dependen del bosque, y el crecimiento de la desigualdad entre los granjeros locales y los grandes conglomerados extranjeros.

Para prevenir esto y el abuso de tratados fiscales utilizados para minimizar agresivamente la carga de impuestos de una compañía, el G20 y la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico apoyó recientemente una serie de medidas para reformar las reglas internacionales de impuestos.

Las áreas boscosas son vitalmente importantes no solo para la gente que vive allí, “sino también para la economía y el futuro del país y el mundo en términos del cambio climático”, dijo Stephanie Fried, directora ejecutiva de la Ulu Foundation, un grupo ambiental de EE.UU. Cuando las compañías utilizan dinero ahorrado gracias a la evasión de impuestos para invertir en la deforestación y otras actividades destructivas, “el dano ambiental y la devastación social son mucho más amplios”, dijo Fried, que también es experta en el sector de bosques de Indonesia.

Analistas también dijeron al ICIJ que el uso de compañías pantalla en transacciones de préstamos permite a los bancos alegar una relación limitada con las compañías de recursos naturales que ignoran leyes ambientales. Cuando los préstamos son a subsidiarias offshore, identificar a las corporaciones madres de los holdings se vuelve mucho más difícil, dicen.

Desde mediados de la década del 2000, los grandes bancos han comenzado a adoptar estándares voluntarios para evaluar el riesgo ambiental asociado con prestar dinero a la industria de los recursos naturales, bajo presión de grupos ambientalistas y el World Bank Group.

April ha seguido recibiendo generosos préstamos, incluso cuando las quejas sobre su registro ambiental aumentaban. En 2011, por ejemplo, la compañía de April en las Islas Vírgenes Británicas negoció un préstamo de $600 millones de ABN Amro, Banco Santander y otros.

Los archivos de Appleby muestran que April buscó debilitar una cláusula ambiental en los documentos de préstamo. Un borrador de los papeles hubiera comprometido a la compañía a “tomar todas las medidas disponibles en anticipación de cambios u obligaciones futuras previstas o esperadas bajo la Ley Ambiental o cualquier Licencia Ambiental”. En un pie de página, un agente de los prestamistas escribió que April pidió que la cláusula ambiental se elimine porue sería “una carga para ellos monitorear y anticipar futuros cambios a la ley ambiental”. La compañía tuvo éxito.

April declinó comentar sobre estos esfuerzos. Una vocera de ABN Amro dijo que el banco “no toma parte en transacciones o actividades que estén en conflicto con la conservación de la naturaleza” y no “facilita la evasión de impuestos”. Declinó comentar sobre April.

Dos meses después de que el préstamo se cerrara en junio de 2011, clientes corporativos como Fuji Xerox Australia y Officeworks anunciaron que dejarían de trabajar con April, citando la preocupación de ambientalistas sobre deforestación y denuncias de que los proveedores de la compañía eran culpables de talas ilegales.

En 2011, April perdió un aliado clave cuando el Forest Stewardship Council, una reguladora de estándares ambientales con base en Bonn, retiró certificados de aprobación de dos de los productores de celulosa de April en Sumatra. En 2013, el consejo se desvinculó totalmente de April luego de que Greenpeace y otros grupos ambientalistas denunciaran lo que describían como el rol de la compañía en deforestación a gran escala. En 2015, April no obtuvo un certificado de otro grupo que algunos ambientalistas calificaron de débil y más solidario con los intereses de la industria.

En su respuesta a la decisión del Forest Stewardship Council, April dijo: “Si bien entedemos que hay gente filosóficamente opuesta al establecimiento, o incluso la existencia, de industrias que explotan bosques en Indonesia, nuestra postura es que esta industria es un elemento integral a la hora de impulsar el plan del Gobierno indonesio para lograr el desarrollo del país y cumplir con objetivos ambientales”.

En abril de 2015, el jefe examinador de riesgos de Credit Suisse se reunió con Greenpeace y otros grupos ambientalistas y les dijo que el banco “revisaría” su financiación a April, de acuerdo a minutas de la reunión publicadas en el sitio web de BankTrack. Por ese entonces, Santander y ABN Amro anunciaron que no darían nuevos préstamos a April.

Para principios de junio, April anunció repentinamente que había dejado de talar bosques naturales el mes anterior - cuatro años antes de lo previsto. La compañía dijo que obtendría toda su madera de plantaciones de madera para pasta.

Esto alentó a Greenpeace a unirse al Comité Asesor de Accionistas de la compañía. ABN Amro revisó su postura sobre financiaciones futuras, citando el apoyo de grupos ambientalistas a las prácticas de April, dijo Karen Vermeer de BankTrack, recordando una explicación que el banco holandés dio en 2016.

Por su parte, Credit Suisse nunca dejó de prestar dinero a April. Sin comentar sobre la decisión del banco, un vocero dijo que Credit Suisse alienta a sus clientes a “atender todas las dudas sociales o de sostenibilidad”.

En setiembre de 2015, mientras una neblina cubría la región, la compañía de April en Singapur negociaba otro gigantesco préstamo - de $1,1 mil millones - de un consorcio que incluía a Credit Suisse y ABN Amro. Appleby proveyó servicios legales a los bancos para ayudar a facilitar el préstamo, de acuerdo a los documentos filtrados.

En un momento dado, indican los emails, el esmog - por el cual los ambientalistas culpaban a April y otras compañías madereras - se volvió tan denso que se cancelaron vuelos y los ejecutivos indonesios de April no podían salir de Sumatra para asistir a charlas en Jakarta. Se vieron obligados a otorgar autoridad a sus representantes en Jakarta para que actúen en sus lugares.

El préstamo se cerró en octubre de 2016. El año siguiente, una agencia del gobierno descubrió que la operación de April en la isla de Padang había violado una moratoria del despeje que pantanos impuesta luego del esmog. Los canales de drenaje de pantanos secan la tierra y la hacen más propensa a incendios.

Como resultado, la agencia detuvo las operaciones de la compañía en la isla y Greenpeace y el World Wildlife Fund se retiraron del Comité de Asesoría de Accionistas de April.

April publicó una disculpa y renovó su compromiso de restaurar y conservar las áreas boscosas.

En octubre, el ministro indonesio del ambiente rechazó el plan de trabajo a largo plazo de April porque supuestamente violaba las reglas nacionales de protección de los pantanos. “Invito [a la compañía] a obedecer las reglas de este país”, dijo el ministro en un comunicado.

Desde que April interrumpió sus operaciones en el bosque reclamado por los aldeanos de Began Melibur, vegetación silvestre de hasta cinco pies de alto cubre el terreno donde antes árboles de meranti se alzaban. Un símbolo de la batalla continua, lo que los residentes dicen es una torre de control abandonada de la compañía, está frente a la cabaña de madera de un granjero y su cosecha de piñas.

Cerca, Suhairi, de 31 años, caminaba en el pantano con botas de goma, en una porción de tierra que alguna vez le perteneció. Dice que creció y cosechó frutos de palma allí hasta que la tierra les fue despojada como parte de la concesión a April. Rastros de excavación marcan el pantano. Una pitón muerta flota en el agua de un canal que fluye cerca.

Suhairi excava un puñado de tierra para mostrar los diminutos fósiles. Recuerda haber casado ratones y abejas en el bosque cuando era niño. Al crecer, pensó que trabajaría la tierra que heredó de su padre, y se la dejaría a su hijo de cinco años algún día. Ahora eso está en duda.

“Si tenemos nuestra granja, tenemos esperanza de que aún podemos ganarnos la vida”, dijo. “Si nos quitan nuestra tierra, ¿cómo podemos imaginar un futuro?”

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