Según la policía noruega, más de 200 solicitantes de asilo, sirios huyendo de la guerra en su inmensa mayoría, han cruzado la frontera entre Rusia y la rica Noruega, que no pertenece a la UE pero sí al espacio Schengen, desde principios de año.
Este largo desvío a través de territorios con fama de poco hospitalarios les abre las puertas de Europa ahorrándoles los miles de peligros que enfrentan los cientos de miles de personas que cruzan el Mediterráneo cada día a bordo de frágiles embarcaciones sobrecargadas para alcanzar el continente.
Más de 380.000 migrantes y refugiados llegaron de esta forma al viejo continente desde enero y 2.850 se dejaron la vida o desaparecieron, según las últimas cifras de la ONU.
“Por mar, es peligroso”, explica Ahmad Taleb, entrevistado en Oslo, en el centro de tránsito de Refstad por el que pasan todos los migrantes después de haberse registrado en los servicios especializados de la policía. “Pero si compras un visado para Rusia, pagas y vas. Así, es más rápido y más seguro”, agrega el joven, que asegura haber dejado Kobane hace siete días, una ciudad arrasada por los combates entre los kurdos y los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI) , finalmente expulsados de la localidad en junio.
La idea, cuenta, le vino al hablar con gente en Facebook. Reacio, mientras espera ser transferido con sus pocas pertenencias dentro de una bolsa negra de basura, rechaza dar más detalles acerca de su viaje. Parece ser que el hecho de que los dos países mantengan buenas relaciones es suficiente para que un sirio se decida por sacar un visado para Rusia.
Tras un viaje en avión hacia Moscú, los candidatos al exilio se desplazan generalmente hasta Murmansk, en el noroeste de Rusia, en tren. Desde allí, van a Nikel, a una veintena de kilómetros de Noruega. En esa ciudad compran una bicicleta, a menudo a un alto precio.
“Hemos pagado mucho pero no queríamos perder tiempo”, cuenta Bahzad Soliman, otro refugiado sirio que pasó las últimas tres semanas en Moscú, viviendo de pequeños trabajos, pero que admite estar cansado de no poder regularizar su situación.
Por extraño que pueda parecer, la bicicleta se ha convertido en el único medio de transporte legal para los refugiados deseosos de cruzar el puesto fronterizo de Storskog, el único entre Rusia y Noruega.
Del lado ruso, las autoridades prohíben el paso trasfronterizo a pie mientras que, del lado noruego, la policía comenzó recientemente a imponer importantes multas a las personas que llevan a migrantes en su vehículo, considerándolo una práctica parecida al tráfico de seres humanos.
En el centro de Refstad, los sirios preguntados explican que el desvío a través del Gran Norte cuesta entre 3.000 y 4.000 euros.
“No es caro en comparación de lo que se suele pagar a los pasadores en las rutas habituales” , explica Solveig Skogstad, una responsable de NOAS, organización noruega de apoyo a los demandantes de asilo. “Algunos pagan varios miles de dólares para venir ilegalmente, mientras que por ahí, es legal y no es peligroso”.
O casi: “Por lo que sabemos, hay mucha preocupación respecto de lo que puede pasar en Rusia”, precisa Skogstad.”Las autoridades rusas pueden ser muy severas si llegan sin tener todos sus papeles en regla”.
Desde principios de año, unos 1.800 sirios solicitaron asilo en Noruega, un país gobernado por una coalición que incluye un partido populista de derechas antiinmigrantes, a penas una décima parte de las solicitudes registradas en la vecina Suecia, mucho más hospitalaria.