Esta retirada, acordada en negociaciones celebradas en diciembre bajo los auspicios de la ONU en Suecia, tenía previsto comenzar a las 10:00 locales (03:00 hora paraguaya), afirmó uno de los jefes de la rebelión en Yemen, Mohamed Alí al Huthi.
En caso de efectuarse, el acuerdo de redespliegue en la región de Hodeida constituiría la mejor oportunidad hasta el momento de hacer avanzar la paz en Yemen, escenario de un sangriento conflicto desde hace más de cuatro años, estiman analistas.
La ONU había adelantado el viernes que los rebeldes iban a retirarse de los puertos de Hodeida, Salif y Ras Issa, en el Mar Rojo.
Anunciada en varias ocasiones por la ONU, por ejemplo en febrero y abril, la retirada efectiva de los combatientes demora en concretarse. Mohamed Alí al Huthi explicó en Twitter que la “retirada unilateral” de los rebeldes respondía a la “negativa” por parte de la coalición progubernamental apoyada por Arabia Saudita de aplicar ese acuerdo.
El responsable acusó precisamente a Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos y Reino Unido, a los que calificó de “países de la agresión”.
Una misión de observación de la ONU, dirigida por el general danés Michael Lollesgaard, tenía previsto monitorear e informar sobre la reubicación de las fuerzas hutíes.
Lollesggard saludó el viernes la decisión de los rebeldes.
Hodeida es la principal puerta de entrada para las importaciones y la ayuda humanitaria a Yemen, vital para millones de personas al borde de la hambruna.
El gobierno yemení también saludó la retirada, aunque manifestó dudas sobre su aplicación efectiva.
“Saludamos toda medida con vistas a la aplicación del acuerdo de Suecia para el redespliegue en puertos de la provincia de Hodeida, aunque advertimos sobre los intentos de la milicia (de los hutíes) de engañar a la comunidad internacional”, declaró en Twitter el ministro yemení de Información, Muamar Al Iryani.
Según este responsable, el acuerdo prevé primero la retirada de los hutíes de Salif y Ras Issa y la entrega a la ONU de mapas detallados sobre las minas plantadas en la zona para proceder a desactivarlas.
Luego seguiría la retirada de los hutíes de Hodeida y de las fuerzas gubernamentales de una zona denominada Kilo 8, al igual que la entrega de mapas para retirar las minas, agregó.
Iryani declaró que todo redespliegue unilateral rebelde sin control y verificación conjunta sería una “finta y no puede aceptarse”.
La guerra en Yemen opone a las fuerzas gubernamentales, apoyadas militarmente por Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, y los rebeldes hutíes, que cuentan con el apoyo de Irán y que controlan amplias zonas del oeste y el norte del país, incluyendo la capital, Saná.
La coalición liderada por Arabia Saudita intervino en Yemen en marzo de 2015 para contrarrestar el avance de los rebeldes y restituir en el poder al presidente Abd Rabbo Mansur Hadi.
Desde 2015 el conflicto dejó decenas de miles de muertos, en su mayoría civiles, según un balance parcial de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Alrededor de 3,3 millones de personas siguen desplazadas y 24,1 millones, es decir más de dos tercios de la población, necesitan asistencia, según la ONU, que denuncia la peor crisis humanitaria en el mundo.