Protestas en Brasil confrontan a Bolsonaro a riesgo de rápido desgaste

SAN PABLO. Las protestas masivas en Brasil deberían servir de advertencia al presidente ultraderechista Jair Bolsonaro sobre el riesgo de una crisis de gobernabilidad creada por su propio gobierno en menos de cinco meses de gestión, según analistas.

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Las protestas masivas del miércoles en Brasil deberían servir de advertencia al presidente ultraderechista Jair Bolsonaro sobre el riesgo de una crisis de gobernabilidad creada por su propio gobierno en menos de cinco meses de gestión, opinaron analistas.

El anuncio de bloqueos de fondos para la educación sacó a la calle a centenas de miles de personas en todo el país, en escenas que para muchos brasileños evocan la rebelión ciudadana de 2013 contra el alza de los precios del transporte. El miércoles se oyeron además numerosas reivindicaciones contra la reforma de las jubilaciones y la liberalización del porte de armas, piezas esenciales del programa electoral del exmilitar.

“Las manifestaciones debilitan al gobierno, que ya venía debilitándose con peleas internas (...), pero estas manifestaciones ocurrieron de hecho porque el gobierno provocó a la sociedad y las atizó”, dijo a la AFP el politólogo Cláudio Couto, de la Fundación Getúlio Vargas (FGV).

La comunidad académica entró en cólera cuando el ministro de Educación, Abraham Weintraub, anunció que congelaría parte del presupuesto de tres universidades que “sembraron el desorden” acogiendo debates con personalidades de izquierda. Tras ser criticado por el carácter ideológico de la medida, extendió su aplicación a todas las instituciones federales.

A juicio de Couto, el flamante gobierno de Bolsonaro, que vive en permanentes marchas y contramarchas, “camina en dirección de volverse inviable”.

“Tenemos una economía paralizada, calles más movilizadas y pérdida de apoyo en el Congreso: es la tormenta perfecta para una caída presidencial en América Latina”, apunta. “Sólo falta un escándalo involucrando al gobierno, que podría venir de las relaciones de la familia Bolsonaro con las milicias en Rio de Janeiro” , se aventura el politólogo, quien cree, sin embargo, que aún no se ha llegado a un punto de no retorno.

Muchos aliados le aconsejan a Bolsonaro, desde que asumió el cargo, salir del clima de campaña adoptando medidas que no satisfagan solo a su electorado más radical. Pero ese momento no parece haber llegado aún. A los manifestantes del miércoles los trató de “idiotas útiles” , usados como “masa de maniobra” por partidos de izquierda.

“La tendencia de Bolsonaro es cerrar la puerta al diálogo y radicalizarse aún más”, dice Couto. La agitación en las calles se suma a las divisiones de la base aliada en el Congreso, que tramita con dificultad la reforma de las jubilaciones, considerada esencial para recuperar la confianza de los inversores y enderezar el déficit público.

El ministro de Economía, Paulo Guedes, redujo el martes la previsión de crecimiento económico en 2019 de 2,2% a 1,5% e instó a los legisladores a apurar las reformas, advirtiendo que Brasil está “en el fondo del pozo”.

La crisis de la educación recordó además a los brasileños la existencia de la oposición, prácticamente ausente desde la victoria electoral de Bolsonaro en octubre pasado, sostiene Thomaz Favaro, analista político de la consultora Control Risks.

“Las manifestaciones deben empoderar a la oposición e impulsarla para adoptar una postura más contundente contra el gobierno” , indica. Pero el proceso será lento, dadas las diferencias entre los partidos de izquierda, matiza. “El gobierno está débil, pero la oposición también” , coincide Couto. Favaro cree importante mantener un ojo en las calles porque la sociedad brasileña, que recuperó la democracia en 1985, “ya legitimó las protestas como herramienta” .

El analista se refería a las gigantescas concentraciones de 2013 contra el aumento del transporte y a las de 2016, que respaldaron la destitución por el Congreso de la presidenta de izquierda Dilma Rousseff. El derechista Movimiento Brasil Libre (MBL), que tuvo un papel de primer plano en las manifestaciones contra Rousseff, sostiene igualmente que la izquierda puede renacer gracias a una crisis provocada por el propio gobierno.

“El gobierno se enredó (...) y la izquierda supo aprovechar, con distorsión, la oportunidad para hacer una de sus mayores movilizaciones desde el impeachment de Rousseff”, tuiteó la organización.

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