Y todo eso, con las perspectivas de las elecciones legislativas de junio, de las que dependerá que pueda gobernar en los próximos cinco años con una mayoría confortable.
“Estamos preparados, preparados para actuar, para decidir”, “el cambio empieza inmediatamente”, avisó ya hace tiempo el socialista Hollande, elegido el domingo nuevo presidente de Francia, tras derrotar en la segunda vuelta al mandatario saliente, el conservador Nicolas Sarkozy.
La agenda es apretada. No bien sea investido, quizá el 11 de mayo, según una fuente diplomática, y en todo caso antes del 16, tendrá que viajar a Estados Unidos para participar en sus primeras citas internacionales, los días 20 y 21 de mayo.
Respecto al nombre del primer ministro, y por extensión la distribución de carteras ministeriales, Hollande aseguró antes de los comicios que no lo había decidido todavía.
Todo dependerá “de la amplitud de la victoria, de su sentido, de la necesidad de encontrar después una mayoría política”, explicó. Las únicas indicaciones que dio: “Será alguien que conozca bien a los diputados, al partido (socialista) y también que me conozca bien a mí, es mejor cuando uno se entiende”.
Estas declaraciones parecen excluir a la primera secretaria del Partido Socialista, Martine Aubry, con quien se sabe que no se lleva bien, y abundar en favor de Jean-Marc Ayrault, líder de los diputados socialistas y viejo compañero del ahora presidente.
Hollande afirmó que en cuanto fuera electo se dedicaría a un tema fundamental de su programa: la renegociación del pacto fiscal europeo, basado en duros recortes, al que quiere añadir un capítulo con medidas de apoyo al crecimiento.
“Al día siguiente de los comicios, si he recibido mandato, enviaré un memorándum a los jefes de Estado para renegociar el tratado”, indicó, de cara a la próxima cumbre europea de Bruselas, el 28 y 29 de junio.
Sabe que ese tema irrita a la canciller alemana Angela Merkel, totalmente opuesta a una renegociación. Es a ella, en Berlín, a quien dedicará su primera visita presidencial al extranjero para mantener una “discusión firme y amistosa”.
Después emprenderá viaje hacia Camp David y luego Chicago, para otras dos citas internacionales difíciles en las que explicará a sus interlocutores del G8 y de la OTAN su decisión de retirar las tropas francesas de Afganistán antes de fin de año.
Al mismo tiempo, prometió “actuar rápidamente” en Francia.
Hollande publicó ya su hoja de ruta para el primer año de mandato, que incluye medidas urgentes a ser tomadas por decreto antes de fin de junio, y luego una sesión extraordinaria del Parlamento (del 3 de julio al 2 de agosto) con una Asamblea Nacional renovada en las legislativas del 10 y 17 de junio.
La primera decisión de François Hollande será sumamente simbólica: reducir un 30% la remuneración del jefe de Estado y de los ministros.
Previó asimismo bloquear durante tres meses los precios de los combustibles, aumentar 25% el subsidio escolar (pagado al iniciarse el curso lectivo a las familias de bajos recursos por cada hijo), modificar parcialmente la reforma de las jubilaciones aplicada por Sarkozy y abrogar la decisión de no remplazar a uno de cada dos funcionarios que se jubilan.
Seguirán después las grandes reformas financieras, fiscales y sociales.
En un mes, Hollande espera fijar la trayectoria para el retorno al equilibrio presupuestario en 2017, lanzar una reforma impositiva y reformar la banca separando las actividades de depósito y crédito de las especulativas.
“Vamos a actuar rápidamente y con coherencia”, “vamos a evitar lo que ha pasado durante cinco años, es decir las volteretas y la inconstancia”, anunciaba Hollande hace apenas un mes.