Este lunes por la noche, el ministerio del Interior israelí manifestó también su intención de reactivar un proyecto de construcción de 1.600 viviendas en Ramat Shlomo, una colonia judía de Jerusalén oriental, ocupado y anexionado por Israel, pese a que el plan fue condenado por Washington en 2010.
“Instamos a los líderes israelíes a reconsiderar estas decisiones unilaterales y a mostrar cautela, porque esas acciones son contraproducentes y hacen más difícil reanudar negociaciones directas” con los palestinos, dijo el portavoz de la Casa Blanca Jay Carney, refiriéndose al proyecto de las 3.000 viviendas.
Un poco antes, el portavoz del Departamento de Estado, Mark Toner, había advertido que la decisión de Israel sería “especialmente perjudicial” para los esfuerzos a favor de una solución del conflicto con los palestinos que suponga la creación de dos estados.
Rusia, por su parte, dijo que “la construcción de colonias en los territorios palestinos ocupados por Israel en 1967, incluyendo Jerusalén Este, es ilegal”, y “no reconocida” por la comunidad internacional.
Los embajadores israelíes en Francia y en Gran Bretaña fueron convocados el lunes por la mañana para escuchar “la desaprobación” de París y las “preocupaciones” de Londres por la extensión de las colonias judías en los territorios palestinos.
Poco después, Suecia y Dinamarca tomaron la misma medida.
España convocó también al embajador de Israel en Madrid para protestar por el anuncio de construcción de viviendas y por la decisión de congelar la transferencia de impuestos que Israel recauda para los territorios palestinos, dos medidas que “no son pasos hacia la paz”, sino “más bien hacia la prolongación del conflicto”, declaró el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo.
Alemania no convocó al embajador pero dijo estar “muy inquieta” porque considera que “Israel mina la confianza en su voluntad de negociación”.
Israel anunció el viernes su intención de construir 3.000 viviendas más en Jerusalén Este y Cisjordania, en particular en la zona llamada E1.
Esta zona está situada entre Jerusalén y la colonia de Maalé Adoumim.
La construcción de viviendas en este corredor uniría Maalé Adoumim a las colonias judías de Jerusalén oriental, con lo que Cisjordania quedaría prácticamente cortada en dos y se comprometería la viabilidad de un futuro Estado palestino.
Israel anunció su proyecto de construcción un día después de que la Asamblea General de Naciones Unidas aprobara una resolución que otorga a Palestina el estatuto de Estado observador no miembro.
Francia, España, Suecia y Dinamarca votaron a favor de esa resolución. Gran Bretaña y Alemania se abstuvieron.
Como represalia, el gobierno israelí también decidió bloquear la transferencia a la Autoridad Palestina de 460 millones de shekel (unos 92 millones de euros) en impuestos que Israel recauda para los territorios palestinos.