Hollande, que se reunió con Macron durante más de una hora, salió del palacio presidencial acompañado de su sucesor, bajo los aplausos del personal del Elíseo y del nuevo presidente.
“¡Buena suerte!”, le susurró Hollande a su exconsejero y exministro de Economía antes de abandonar en coche su residencia oficial de los últimos cinco años.
El socialista, de 62 años, terminó su mandato como uno de los jefes de Estado más impopulares de Francia, dejando detrás de sí un escenario político complejo. Su impopularidad récord lo llevó a renunciar a presentarse a la reelección, algo inédito desde 1958.
Desde el Elíseo, Hollande se dirigió a la sede del Partido Socialista, donde también fue ovacionado por militantes y simpatizantes.
“Dejo Francia en un estado bastante mejor que en el que la encontré”, tuiteó poco después el expresidente, que señaló haber ejercido durante cinco años ante unas “unas pruebas terribles”.
Hollande entregó las llaves del Elíseo pero, contrariamente a su predecesor Nicolas Sarkozy, no anunció su retirada de la vida política.
“En la vida nunca hay que decir nunca jamás”, dijo en los últimos días.