“Hubo carencias, evidentemente, beneficios, comportamientos inadmisibles, se deberán fallar sanciones, administrativas y penales, si el expediente lo justifica”, declaró el jefe del Estado al margen de un desplazamiento a un suburbio de París.
“El Estado tiene un doble deber de transparencia y de responsabilidad”, destacó el mandatario, agregando que “se realizarán investigaciones en un plazo muy corto”, lo que permitirá saber “aún más” el miércoles.
Hollande consideró que la posibilidad de poder rastrear, una “exigencia de los consumidores”, era “también un deber para Europa y para Francia”, y aconsejó comprar productos que llevasen la etiqueta “carne bovina de origen francés”.
“Entonces, ustedes están seguros de no equivocarse”, explicó.
Sin embargo, el presidente pidió “atención”. “No es porque hay comportamientos que no son aceptables, tolerables, y que ponen en evidencia búsquedas de beneficios en la cadena alimentaria, que nosotros debemos desacreditar a una industria agroalimentaria francesa que es de gran calidad, y aún menos a los criadores”.
“Mi preocupación es dar a los consumidores todas las informaciones, a los franceses, toda la transparencia necesaria, a los comportamientos delictivos, todas las municiones indispensables, pero es también hacer lo necesario para que podamos continuar consumiendo y que los criadores de Francia, que no tienen nada que ver en estas manipulaciones, puedan seguir viviendo”, resumió el presidente francés.
El descubrimiento la semana pasada de carne de caballo en lasañas cuando se suponía que la carne debía ser vacuna provocó un escándalo en Gran Bretaña, donde el caballo es sagrado y su consumo es tabú. El viernes se retiraron todos estos platos en Francia y Suecia.
Dicha carne, de origen rumano, había transitado por un corredor holandés, luego por un chipriota, antes de llegar a un proveedor francés, Spanghero, para luego ser dirigida hacia un preparador, Comigel, y finalmente redistribuida en platos preparados en Findus y diversos distribuidores.