Precedentes de búsquedas de un avión hundido en el mar

PARÍS. Restos del Airbus A320-200 de AirAsia fueron encontrados en el mar de Java dos días después de su desaparición con 162 personas a bordo, pero localizar y rescatar el fuselaje de un avión hundido en el mar puede durar años y costar millones.

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Un ejemplo es el Boeing 777 del vuelo MH370 de Malaysia Airlines que sigue sin ser encontrado nueve meses después de su desaparición en el océano Índico, con 239 personas a bordo, el 8 de marzo de 2014.

Se tardó 23 meses en encontrar, el 3 de abril de 2011, los restos del Airbus A330-230 de Air France del vuelo AF 447 Rio-París desaparecido el 1 de junio de 2009 en el Atlántico, frente a las costas de Brasil, pese a que los investigadores sabían dónde buscar. El accidente causó 228 muertos. En el caso del avión de AirAsia, las operaciones son facilitadas por la poca profundidad del mar de Java (unas decenas de metros) y el corto lapso entre la desaparición del avión y el descubrimiento de los primeros restos.

Cuando un avión se hunde en el mar se desencadena una carrera contrarreloj para localizar y recuperar las cajas negras (en realidad de color naranja) , que registran los datos de los vuelos desde los años 1960. La reglamentación impone a los aviones civiles tener dos de esos instrumentos, el FDR (Flight Data Recorder, que registra los parámetros del vuelo, y el CVR (Cockpit Voice Recorder), que registra las voces y los ruidos en la cabina de pilotaje.

Las cajas negras están protegidas por un cofre de acero blindado de unos siete kilos y pueden resistir a una inmersión de un mes a 6.000 metros de profundidad. En caso de inmersión, se pone en marcha un mecanismo de seguridad que emite una señal de ultrasonidos cada segundo durante al menos 30 días consecutivos, con un alcance de 2 a 3 kilómetros.

Los investigadores disponen paralelamente de equipos sofisticados para sondear el mar: satélites, robots y drones submarinos, capaces de transportar cámaras de alta definición, sondas hidrofónicas, sonares, etc. Pero en la búsqueda también son útiles las estadísticas: gracias a su análisis, especialmente en base al teorema de Thomas Bayes (científico inglés del siglo XVIII), especialistas estadounidenses contribuyeron a la localización de los restos del vuelo Río-París con investigaciones llevadas a cabo por el Instituto oceanográfico Woods Hole (WHOI) .

Una vez localizados los restos, se inicia la recuperación. Para el vuelo Río-París, el navío francés “Ile de Sein”, dotado de un robot teledirigido, pudo rescatar entre abril y junio de 2011 los restos de 104 víctimas y pedazos del avión, incluyendo las cajas negras y los motores, que se encontraban hasta a 3.900 metros de profundidad.

Otros cincuenta cuerpos habían sido encontrados inmediatamente después del accidente, lo que totaliza 154 cadáveres recuperados tras la catástrofe. El “Ile de Sein” es un buque de cableado que puede instalar cables a 6.000 metros de profundidad y levantar pesos de hasta diez toneladas, como sus gemelos, el “Ile de Batz” y el “Ile de Ré”.

El “Ile de Batz” recuperó en enero de 2004 las cajas negras y pedazos del Boeing 737 de la compañía egipcia Flash Airlines que se estrelló en el mar Rojo poco después de despegar de Sharm el Sheij (Egipto) el 3 de enero (148 muertos).

Tanto la localización como la recuperación de los aviones accidentados son sumamente caras: unos 35 millones de euros para el Río-París, mucho más para el vuelo MH370, cuyas operaciones de búsqueda costaron más de 100 millones de dólares los dos primeros meses y serán probablemente las más onerosas de la historia de la aviación.

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