El fiscal superior Alonso Raúl Peña, a cargo de la Unidad de Cooperación Judicial Internacional y Extradiciones de la Fiscalía de la Nación, transmitió al juez del Primer Juzgado de Investigación de Nazca las medidas restrictivas impuestas a Fernández en Argentina, con el objetivo de iniciar los trámites de la extradición.
Fernández tiene una orden de captura internacional librada en enero por la Segunda Fiscalía Provincial Penal Corporativa de Nazca por un presunto delito de atentado contra monumentos arqueológicos.
El juez federal argentino Sebastián Casanello eximió el jueves a Mauro Fernández de ir a prisión, pero le prohibió salir de Argentina y dispuso que el activista no se ausente de su domicilio por más de 24 horas.
El fiscal peruano Alonso Raúl Peña precisó que la solicitud de extradición debe realizarse de acuerdo al tratado de extradición suscrito entre Perú y Argentina, por lo que destacó la importancia de sustentar adecuadamente la causa.
Peña comentó que el plazo para la presentación del cuaderno de extradición es de 60 días naturales, desde la fecha en la que el juez argentino impuso a Fernández las medidas restrictivas.
Mauro Fernández aseguró a América Televisión en una entrevista difundida el 18 de enero desde Argentina que su función en la acción de Greenpeace era la de portavoz de la organización, y se desvinculó como responsable del acto.
El activista argentino señaló al alemán Wolfgang Sadik como el organizador y ejecutor de la acción, y aprovechó para pedir “ disculpas al pueblo peruano ” y manifestar su “ sincero arrepentimiento por haber sido la voz de esa actividad equivocada ” .
Fernández es uno de las tres personas denunciadas por la Fiscalía de Perú, junto al colombiano Herbert Augusto Villarraga Salgado y el argentino Rodrigo Miguel Abd, fotógrafo de la agencia de noticias The Associated Press, que pide a la Fiscalía retirar la denuncia al alegar que su trabajador se encontraba en una cobertura periodística.
La polémica acción de Greenpeace se realizó en la madrugada del pasado 8 de diciembre, cuando un grupo de activistas caminó hasta el geoglifo del colibrí para desplegar una pancarta dirigida a los líderes políticos que participaban en Lima durante la vigésima cumbre mundial de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (COP20) .