Paulo Guedes, un ultraliberal para un presidente ultraderechista

SAO PAULO. Pocas cosas definen mejor las concepciones de Paulo Guedes, gurú económico del presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, y ministro designado de Hacienda, como su visión del Estado: cuanto más chico, mejor.

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Es que este exprofesor, fundador de centros de estudio económico, de bancos y gestoras de cartera, es un ultraliberal de pura cepa. Sus ideas y promesas explican por qué la Bolsa de Sao Paulo adhirió con entusiasmo a la candidatura de Bolsonaro.

Formado en Brasil pero moldeado en la cuna del liberalismo económico moderno, la Universidad de Chicago, donde hizo su maestría y su doctorado, Guedes, de 69 años, fue siempre un activo promotor de su credo: apertura económica, reducción de impuestos y simplificación de la estructura fiscal.

Tal vez por eso su acercamiento a Bolsonaro, un proteccionista de todas las horas, llamó la atención. Incluso chocó a quienes entienden que el proteccionismo histórico brasileño no entra en el diccionario de ningún liberal ortodoxo.

Bolsonaro solucionó el tema con una voltereta: “De verdad, no entiendo de economía”, confesó al diario O Globo. “La última que dijo que entendía fue Dilma Rousseff, la presidenta de izquierda depuesta por el Congreso en 2016 y fundió el país”, completó Guedes en una conferencia en enero, según reportó el diario Folha de Sao Paulo.

Guedes se perfiló rápidamente como un colaborador de enorme peso en el futuro gabinete del Partido Social Liberal (PSL) del excapitán del Ejército Bolsonaro. Un ’superministro’, como le dicen en Brasil, que debería unir bajo su mando al memos las carteras de Hacienda y Planificación y la secretaría encargada de Asociaciones e Inversiones del Estado.

De semblante serio y expresión lindante con la preocupación, gafas y cabellos canos, Guedes es el hombre al que Bolsonaro espera encomendar la titánica tarea de sacar a Brasil -un mercado de 209 millones de personas- de dos años de recesión y otros dos de bajo crecimiento.

Sus desafíos: reducir el déficit fiscal y revertir la imparable trayectoria de ascenso de la deuda pública, que pasó del 58% del PIB en 2013 a 77,3% en la actualidad, y que sin reformas podría llegar a 140% en 2030, según el Banco Mundial.

Guedes trae una receta de su manual de Chicago bajo el brazo: “Reducir la deuda pública en un 20% mediante privatizaciones, concesiones” y la venta de propiedades estatales, según indica el programa de Bolsonaro.

El domingo por la noche, tras la victoria del excapitán, formuló el proyecto con todas sus letras: se trata, dijo, de “cambiar el modelo económico socialdemócrata” , sinónimo a sus ojos de “impuestos altos, intereses altos” y poca apertura comercial. Un proyecto delicado, en un país donde los servicios públicos prestados por el Estado son parte de la cultura y la tradición. Bolsonaro tuvo incluso que aclarar que las actividades centrales de Petrobras y la generación de energía de Eletrobras no estarían en venta.

Guedes también es partidario de una transición del actual sistema de jubilaciones hacia un régimen de capitalización o cotizaciones individuales.

Un modelo similar al de Chile, donde el asesor de Bolsonaro se desempeñó como profesor universitario en los años '80, durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1989). La convivencia Guedes-Bolsonaro ya tuvo tiranteces. En setiembre, el asesor puso los pelos de punta a los empresarios al decir que podría resucitar un impuesto a las transacciones financieras (CMPF), exceptuando las bursátiles, en reemplazo de cinco gravámenes.

Bolsonaro tuvo que salir a apagar el incendio. “El presidente seré yo. Hablé con él. Me dijo que fue un error. Él quiere disminuir la cantidad de impuestos”, explicó esta semana en una entrevista con una radio de Pernambuco (noreste). E insistió: “Tendremos un ministro, sí, pero por encima de él, hay un comandante en jefe y ese comandante en jefe se llama Jair Bolsonaro”, remató.

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