“Marcho con el alma llena de recuerdos felices (...) En este momento comienzo a sentir un inicio de ’saudade’ (nostalgia) de Brasil, este pueblo tan grande y de gran corazón”, dijo el pontífice argentino antes de partir.
El primer papa latinoamericano aprovechó sus siete días en Brasil, el país con más católicos del mundo, para pedir a jóvenes de 170 países que “saquen la Iglesia a la calle”, “armen lío” en las diócesis, exijan cambios y salgan “sin miedo a evangelizar” .
También aprovechó para pedir a obispos latinoamericanos que “amen la pobreza” y no se comporten como “príncipes”, que pierdan el temor a involucrarse en temas sociales y que reconquisten a los fieles que se fueron hacia iglesias evangélicas o abandonaron toda religión.
Vayan a “favelas, cantegriles, villas miseria”, y hablen claro para que la gente les entienda, pidió el pontífice, que rechazó homilías “lejanas, abstractas”.
América Latina, la región con más católicos del mundo -más de 40%- sufre una sangría de fieles desde hace tres décadas, mientras crecen las iglesias neopentecostales y la cantidad de personas sin religión.
El papa argentino, que busca revitalizar a los católicos en momentos en que el Vaticano atraviesa una crisis, sacudido por escándalos de pedofilia y corrupción, criticó asimismo la ideologización de la Iglesia y destacó la importancia del trabajo en pastorales y comunidades eclesiales de base.