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Así lo afirmó el papa Francisco desde la ventana del estudio de la plaza San Pedro.
“Si en nuestras comunidades hubiera más pobres de espíritu, habría menos divisiones, confrontaciones y polémicas. La humildad, como la caridad, es una virtud esencial para la convivencia en las comunidades cristianas”, afirmó el pontífice.
“Los pobres, en este sentido evangélico, aparecen como aquellos que tienen viva la meta del Reino de los Cielos, dando a entender que ello es anticipado como un germen en la comunidad fraterna, que privilegia compartir a poseer”, añadió.