La ceremonia “In Coena Domini” transcurrió en el Centro Santa María de la Providencia, en el barrio de la periferia romana de Casal de Marmo, al que el papa argentino llegó en torno a las 17:15 hora local (15:15 GMT) para presidir su segundo Jueves Santo desde que fue elegido sucesor del Apóstol Pedro en marzo del pasado año.
A las puertas del centro fue recibido por numerosos curiosos a quienes se dirigió para estrechar sus manos y para besar y bendecir a los más pequeños, que corearon canciones dirigidas al pontífice.
Ya en el templo, el papa Francisco, desde el púlpito, pronunció una homilía improvisada en la que explicó que el gesto de Cristo de lavar los pies a los doce apóstoles representa la imagen de “un Dios que se ha hecho siervo”.
Francisco explicó que Jesús realizó un trabajo de esclavos, que tiene su remoto origen en la obligación de éstos de lavar los pies de sus amos antes de que entraran en casa, para no manchar el suelo tras caminar por senderos sin asfaltar.
“Ahora yo haré este gesto, pero todos nosotros, en nuestro corazón, pensemos en los otros, en el amor que Jesús nos dice que tenemos que tener con los otros, en cómo podemos servirles mejor porque así Jesús lo quiso”, afirmó.
Acto seguido, el pontífice descendió del púlpito para proceder al tradicional lavatorio, para el que se aprovisionó de un delantal blanco tras despojarse de la mitra, del palio y de la muceta.
Fue entonces cuando Francisco realizó el lavatorio a estas doce personas de edades comprendidas entre los 16 y los 86 años que padecen diversas patologías y entre las que se encontraba un hombre musulmán, como ya sucedió el pasado año.
El más joven fue Osvaldinho, de 16 años, procedente de Cabo Verde y tetrapléjico desde que en agosto del año pasado se lesionara la columna vertebral al zambullirse en el mar en una zona de poca profundidad.
Y la más anciana Angélica, de 86 años y en rehabilitación en este centro de la Fundación después de que el año pasado se cayera y se fracturara la prótesis de cadera que ya utilizaba.
Otra de las personas a las que el pontífice lavó los pies fue Hamed, de 75 años, un musulmán procedente de Libia aquejado de graves lesiones neurológicas tras sufrir un aparatoso accidente de automóvil.
Uno a uno y con ayuda de dos asistentes, el papa se arrodilló frente a estas doce personas para lavar un pie de cada uno con el agua de una jofaina de plata, secarlo y, finalmente, besarlo.
La celebración contó con un coro en el que intervinieron algunos pacientes del centro, así como familiares de los enfermos, voluntarios, trabajadores y personal responsable.
Media hora después de comenzar la ceremonia el papa Francisco depositó las formas en el sagrario, ante el que se detuvo unos instantes para rezar.
En silencio, con semblante serio y apoyado sobre su báculo, el pontífice abandonó finalmente el templo.
Francisco no ha sido el primer pontífice en visitar un centro de esta Fundación sino que otros papas como Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II o Benedicto XVI también han acogido o visitado a sus integrantes.
Con la ceremonia del Jueves Santo se conmemora la Última Cena y la oración de Cristo en el huerto de Getsemaní, que estuvo sucedida por su arresto y posterior calvario.
El año pasado, durante su primera Semana Santa como papa, Bergoglio optó por lavar los pies de doce menores recluidos en una cárcel de la capital italiana.
Francisco ofició también hoy en el Vaticano la Misa Crismal, que marca el comienzo del Triduo Pascual, en cuya homilía recordó a los sacerdotes la necesidad de recordar a las “hermanas” pobreza, fidelidad y obediencia para conservar, así, la “alegría sacerdotal”.
El papa oficiará mañana, Viernes Santo, la misa de la Pasión del Señor en la capilla papal de la basílica de San Pedro mientras que, por la noche, presidirá en el Coliseo de Roma el tradicional Vía Crucis.