“Entrar por la Puerta significa descubrir la profundidad de la misericordia del Padre que acoge a todos y sale personalmente al encuentro de cada uno. (...) Será un año para crecer en la convicción de la misericordia”, afirmó Jorge Bergoglio en el Vaticano, ante miles de peregrinos procedentes de todo el mundo.
“Cuánta ofensa se le hace a Dios y a su gracia cuando se afirma sobre todo que los pecados son castigados por su juicio, en vez de anteponer que son perdonados por su misericordia”, agregó en la Plaza de San Pedro, donde también estuvo presente el papa emérito Benedicto XVI.
En un acto rodeado de fuertes medidas de seguridad y multitudinario, pues al Vaticano acudieron miles de peregrinos de todo el mundo, el papa Francisco ofreció un discurso dedicado a la misericordia, tema principal de este Jubileo Extraordinario. “Debemos anteponer la misericordia al juicio y, en todo caso, el juicio de Dios será siempre a la luz de su misericordia. Atravesar la Puerta Santa, por lo tanto, nos hace sentir partícipes de este misterio de amor”, sostuvo.
Jorge Bergoglio también recordó que la celebración de este Año Santo tiene un significado especial, pues se produce en el quincuagésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II (1962-1965). “Hoy cruzando la Puerta Santa queremos también recordar otra puerta que, hace cincuenta años, los Padres del Concilio Vaticano II abrieron hacia el mundo”, rememoró.
Bergoglio insistió en la importancia que tuvo en la historia de la Iglesia Católica esta fecha, no solo “ por la riqueza de los documentos producidos”, sino también porque fue “un verdadero encuentro entre la Iglesia y los hombres” de entonces. “Un encuentro -prosiguió- marcado por el poder del Espíritu que empujaba a la Iglesia a salir de los escollos que durante muchos años la habían recluido en sí misma, para retomar con entusiasmo el camino misionero”. En este sentido, el pontífice argentino animó a recuperar este “impulso misionero” durante el Año Santo y retomarlo “con la misma fuerza y el mismo entusiasmo”.
“El Jubileo nos provoca esta apertura y nos obliga a no descuidar el espíritu surgido en el Vaticano II, el del samaritano, como recordó el beato Pablo VI en la Conclusión del concilio. Cruzar hoy la Puerta Santa nos compromete a hacer nuestra la misericordia del Buen Samaritano”, concluyó.