“Los que trabajan por la paz son quienes aman, defienden y promueven la vida en su integridad”, escribió el Papa en el mensaje que se leerá en todas las parroquias el próximo 1 de enero.
“Quienes no aprecian suficientemente el valor de la vida humana y, en consecuencia, sostienen por ejemplo la liberación del aborto, tal vez no se dan cuenta que, de este modo, proponen la búsqueda de una paz ilusoria (...) La muerte de un ser inerme e inocente nunca podrán traer felicidad o paz”, afirma el Papa.
“Quien quiere la paz no puede tolerar atentados y delitos contra la vida”, agregó.
“Cualquier agresión a la vida, en especial en su origen, provoca inevitablemente daños irreparables al desarrollo, la paz y el medio ambiente”, sentencia el pontífice.
“¿Cómo es posible pretender conseguir la paz, el desarrollo integral de los pueblos o la misma salvaguardia del ambiente, sin que sea tutelado el derecho a la vida de los más débiles, empezando por los que aún no han nacido?”, se interroga el jefe de la Iglesia católica.
“Tampoco es justo codificar de manera subrepticia falsos derechos o libertades, que, basados en una visión reductiva y relativista del ser humano, y mediante el uso hábil de expresiones ambiguas encaminadas a favorecer un pretendido derecho al aborto y a la eutanasia, amenazan el derecho fundamental a la vida”, advierte.
En su mensaje, el Papa elogia a los “artesanos de la paz” y pide que se construya la paz “mediante un nuevo modelo de desarrollo y de economía”.
Benedicto XVI sostiene que “para salir de la actual crisis financiera y económica, que tiene como efecto un aumento de las desigualdades, se necesitan personas, grupos e instituciones que promuevan la vida, favoreciendo la creatividad humana para aprovechar incluso la crisis como una ocasión de discernimiento y un nuevo modelo económico”.
Invita a los católicos a “atender la crisis alimentaria, mucho más grave que la financiera” y a apoyar a los agricultores para que desarrollen su actividad “de modo digno y sostenible”.
El Papa reitera en su mensaje que “la paz no es un sueño, no es una utopía: es posible”.