Papa desconfía de “la limosna que no cuesta y no duele”

CIUDAD DEL VATICANO. El papa Francisco lanzó hoy un nuevo mensaje contra la injusta distribución de la riqueza y por ello invitó a los católicos a compartir, pero advirtió que hay que desconfiar “de la limosna que no cuesta y no duele”.

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El Vaticano publicó hoy el mensaje del papa Francisco para la Cuaresma, el periodo que precede la celebración de la Semana Santa, y que estaba inspirado en las palabras de San Pablo: “Conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza”.

Esta frase sirvió al pontífice argentino para volver a arremeter contra el “el poder, el lujo y el dinero que se convierten en ídolos” y que impiden la “distribución justa de las riquezas”.

“Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza”, dijo el Papa, quien invitó a los católicos a llevar “una vida sobria y a compartir”.

Pero advirtió de que “la verdadera pobreza duele” y que por tanto “no es válido un despojo (de riqueza) sin esta dimensión penitencial”.

“Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele”, aseveró.

Para el papa argentino, los cristianos deben “imitar a Jesús” y “mirar las miserias de los hermanos, tocarlas, hacernos cargo de ellas y realizar obras concretas a fin de aliviarlas”.

Jorge Bergoglio, que eligió como nombre el del santo de los pobres, afirmó que “la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza”, y distinguió entre “miseria material, la miseria moral y la miseria espiritual”.

“La miseria material es la que habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana: privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad como la comida, el agua, las condiciones higiénicas, el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de crecimiento cultural”, explicó.

Frente a esta miseria, el Papa aseveró que “la Iglesia ofrece su servicio, su servidumbre para responder a las necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro de la humanidad”.

Para el papa, los esfuerzos de la Iglesia se deben orientar “a encontrar el modo de que cesen en el mundo las violaciones de la dignidad humana, las discriminaciones y los abusos, que, en tantos casos, son el origen de la miseria”.

Asimismo, Francisco expresó su preocupación por la que llamó miseria moral, y que “consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado”.

“¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros -a menudo joven- tiene dependencia del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía!”, lamentó el pontífice.

Francisco también denunció que tantas personas “se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a la educación y la salud”.

El papa agregó que “en estos casos la miseria moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente”.

El papa concluyó que “el Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual” y instó a los católicos a “seguir e imitar a Jesús, que fue en busca de los pobres y los pecadores como el pastor con la oveja perdida, y lo hizo lleno de amor”.

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