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“¡Estimada señora Jackelén, querida hermana, queridos amigos”, comenzó su discurso el papa Francisco al recibir a la arzobispa en el Vaticano, quien encabezaba una delegación de la Iglesia evangélica-luterana de Suecia.
En su discurso, Francisco hizo un llamamiento a la unidad y exhortó a un “compromiso común” para aliviar el sufrimiento de “todos los que en el mundo sufren debido a la miseria y a la violencia”, y especialmente, en estos momentos, “de los cristianos perseguidos”.
También afirmó sobre temas como el respeto de la dignidad de la vida humana y otros vinculados a la familia, el matrimonio y la sexualidad, que “sería una lástima si en estas importantes cuestiones se consolidaran nuevas diferencias confesionales”. Para concluir, Jorge Bergoglio agradeció “a la Iglesia Luterana sueca por la acogida de muchos inmigrantes sudamericanos en los tiempos de las dictaduras”. “Acogida fraterna que hizo crecer a las familias”, añadió el Papa.