“Hay que tener mucho cuidado. Si te echas la mano al bolsillo para coger la cartera ya te pueden pegar un tiro. Todo el mundo se ha vuelto loco”, señala a Efe Ahmed, un taxista de la ciudad, quien añade que, estos días más que nunca, muchos posibles clientes se niegan a entrar en su vehículo una vez confirman que es palestino.
Muchos israelíes, objeto de los más de veinte ataques que se han registrado en la oleada de violencia de las últimas dos semanas, han limitado sus movimientos y extremado la cautela.
Gran cantidad de parques, llenos habitualmente con niños por las tardes, están vacíos, las tiendas y calles más apagadas de lo normal, algunos han decidido evitar el transporte público y no son poco quienes miran de reojo con suspicacia a árabes que se suben a un autobús, pasan por su lado o les atienden desde sus puestos de trabajo.
Pero las calles de los barrios árabes también están mucho más vacías de lo normal.
Todos tienen miedo: unos a ser atacados por un palestino que saque un cuchillo de la nada y, los otros, a ser confundidos con un posible atacante por gestos tan habituales como llevar una mano en el bolsillo, tocarse alguna parte del cuerpo de forma sospechosa o, simplemente, hacer un movimiento demasiado rápido.
También temen la violencia de extremistas judíos, que en las últimas semanas han recorrido las calles de Jerusalén en varias ocasiones llamando a la “venganza” y pidiendo sin cortapisas “¡Muerte a los árabes!”.
Una ciudad que Israel defiende como “unida e indivisible” pero que tiene claramente dos partes (la árabe, ocupada por Israel, y la judía) hoy está más dividida que nunca y con la población de uno y otro lado evitándose en la medida de lo posible.
No ayudan a paliar el miedo palestino las imágenes que se difunden tras los ataques o, según muchos palestinos, en algunos casos supuestos ataques, varios de los cuales recogen crudas escenas de violencia en las que se ve como se hiere o mata a los probados o presuntos atacantes.
Es el caso del vídeo en el que se ve abatido a un menor palestino de 13 años, autor junto a su primo de 17 de un ataque con cuchillo en la colonia judía de Pisgat Zev, en Jerusalén Este, en el que fueron heridos dos israelíes, uno de ellos de 13 años y que se encuentra en estado crítico.
Las imágenes, virales en internet, muestran como el atacante yace en el suelo herido de gravedad por disparos de la autoridad mientras, a su alrededor israelíes gritan en hebreo: “ ¡Muere!. ¡Hijo de puta! ” o “ ¡Pegadle un tiro en la cabeza ya! ” .
Otros vídeos de incidentes violentos muestran escenas de ensañamiento y odio, en el entorno de gran excitación e ira que suele seguir a estos sucesos.
Muchos palestinos cuestionan que varios atentados lo fueran realmente, si bien admiten que muchos otros sí que lo fueron.
Ponen en duda, por ejemplo, el supuestamente efectuado por Fadi Alon en la noche del sábado 3 de octubre, del trascendieron imágenes de cómo el joven era perseguido por ultraortodoxos y abatido por un policía, o el de la joven de 18 años Suruq Duayat, herida de gravedad en la ciudad vieja por disparos de un colono al que presuntamente trató de atacar.
El secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erekat, llegó a denunciar ayer lo que denominó como “ejecuciones a sangre fría de muchos niños palestinos”.
“Esto es una locura. Mira cómo está la ciudad. Llena de guardias con la mano en el gatillo y con montones de policía secreta e infiltrados”, manifiesta Ali, un padre de familia que ha recortado sus salidas y asegura ser extremadamente cuidadoso cuando conduce.
Y es que uno de los últimos ataques, registrado ayer y grabado en un vídeo ampliamente difundido, comenzó con un atropellamiento intencionado de un palestino en una parada de autobús de un barrio ultraortodoxo que, tras arrollar a viandantes salió del coche y apuñaló a varios de ellos.
Los llamamientos del alcalde de Jerusalén, Nir Barkat, a que la población con licencia salga a la calle armada y a “cerrar” los barrios palestinos de Jerusalén no mejoran el clima.
Los palestinos residentes en la ciudad reconocen que sus compatriotas están llevando a cabo ataques, aunque cuestionen algunos, pero sienten que eso no justifica criminalizarlos a todos ni “dar guante blanco” para actuar contra ellos.