Se realizó un acto en el que participaron familiares de las víctimas, supervivientes y las autoridades del país, que prometieron venganza por la masacre. El acto se celebró en la escuela gestionada por militares donde el principal grupo talibán del país, el Tehrik-i-Taliban Pakistan (TTP), perpetró la matanza el 16 de diciembre de 2014 y lo presidió el jefe del Ejército, Raheel Sharif, quien recibió a las familias, y al primer ministro, Nawaz Sharif.
A continuación, parientes y supervivientes de la masacre desfilaron con carteles con las fotos y nombres de cada uno de los fallecidos en un ataque que conmocionó a un país acostumbrado a la violencia. Poco después, se inauguró un monumento en recuerdo a las víctimas y los familiares de las mismas recibieron una medalla de manos de diferentes autoridades políticas, según mostró la televisión pública PTV.
El primer ministro puso fin al acto con un discurso en el que prometió venganza contra los talibanes y un país libre de terrorismo. “Prometo que vengaremos cada gota de vuestra sangre y que vuestra sangre brillará siempre en un próspero Pakistán. Los padres deben recordar que la sangre de sus hijos han dado un nuevo rumbo a Pakistán”, manifestó el mandatario. Sharif subrayó que la operación “Zarb-e-Azb” (que el Ejército lanzó en junio de 2014 pero intensificó tras el ataque a la escuela) “ha roto” a los terroristas.
“El día en que no haya más terroristas no está muy lejano”, aseguró Sharif, quien anunció que a partir de ahora el 16 de diciembre queda declarado como Día Nacional de la Determinación de la Educación, así como la apertura de una universidad en honor de los muertos. La conmemoración se produjo entre fuertes medidas de seguridad, con carreteras cortadas y cientos de soldados desplegados en la zona. En el resto del país, donde hoy permanecieron cerradas las escuelas, se celebraron actos para recordar el ataque.
El asalto a la escuela fue reivindicado por el TTP, que lo justificó como acto de venganza por la operación militar que el Ejército lanzó contra los talibanes en las áreas tribales de Waziristán del Norte y Khyber (noroeste). Tras el ataque, el Gobierno estableció el Plan de Acción Nacional contra el terrorismo, que incluyó el fin de la moratoria sobre la pena de muerte y la creación de tribunales militares.