Dengue, pandemia mundial

GINEBRA. El dengue es la única enfermedad tropical desatendida (ETD) que se ha expandido en la última década y tiene potencial real de convertirse en epidemia mundial, según advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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“Mantener el impulso para superar el impacto global de las enfermedades tropicales desatendidas” es el título del segundo informe que la OMS realiza para determinar el estado de estas dolencias en el mundo. En él se analiza el impacto que las ETD tienen en el mundo y se sugieren políticas públicas que podrían aplicarse para reducir o incluso erradicar su incidencia.

De las 17 enfermedades que incluye la OMS en el grupo ETD, el dengue es la única que representa una “amenaza global”.

En 2012, el dengue fue la enfermedad viral ligada a un vector (mosquito) que más rápido se expandió en el mundo; en 2010 por primera vez se detectó en Europa, por lo que todas las regiones del mundo tuvieron alguna incidencia.

En el último medio siglo, la incidencia del dengue se ha multiplicado por 30, y su expansión no hace más que aumentar, lo que hace creer a los científicos que la enfermedad tiene las condiciones para convertirse en una verdadera pandemia mundial.

“La enfermedad está presente en 150 países y no hay una región en el mundo donde no esté presente; si no se controla correctamente puede dispararse y convertirse en una verdadera pandemia”, afirmó en una rueda de prensa el experto de la OMS Raman Velaywdhan.

El dengue es ya una enfermedad endémica en 100 países del mundo, incluyendo la casi totalidad de las naciones de América Latina y el Sudeste Asiático; entre 50 y 100 millones de personas contraen la enfermedad anualmente; 500.000 de ellas padecen la versión más grave, conocida como hemorrágica, y unas 22.000 mueren.

Pero los centros de investigación especializados en la materia elevan la cifra de personas en riesgo de contraer el dengue de 2.000 a 3.600 millones y los infectados de 50 a 500 millones, mientras la globalización acelera aún más la incidencia del mal.

“El incremento de personas y mercancías que viajan por el mundo, y el cambio climático que ha aumentado las temperaturas y ha incrementado las inundaciones han contribuido a esta silenciosa expansión de la enfermedad”, afirmó Velaywdhan. “Por ejemplo, a Europa llegaron larvas y mosquitos a través de la importación de neumáticos usados y de plantas de bambú, es por ello que el control del vector es esencial”, añadió el experto.

El vector transmisor del dengue es la hembra del mosquito Aedes Aegypti (Asia) o Aedes Albopictus (resto, especialmente América Latina) que necesita la proteína de la sangre para poder gestar a sus larvas. El mosquito es urbano y pica de día, un factor que lo convierte en cierta forma en más peligroso que el que transmite la malaria, que pica de noche.

A falta de vacuna contra el dengue y de tratamiento para curarlo, la única arma efectiva contra este mal es prevenir el contagio, algo que se logra con conocimiento, constancia y la fumigación de todos los rincones y pequeños recipientes donde podría haber agua estancada: lugares escogidos por los mosquitos hembra para depositar sus larvas.

Ante esta situación, la OMS recomienda una estrategia multidisciplinar y complementaria que abarque cinco áreas de trabajo: diagnosis y control de casos; vigilancia integrada y respuesta a brotes; control sostenido del vector; implementación futura de las vacunas; e implementación de las investigaciones.

Si se aplicase en todos los países, la agencia sanitaria de Naciones Unidas considera que, para 2020, se podría reducir la incidencia del dengue en un 25% y la mortalidad en un 50%. Una estrategia multidisciplinar que América Latina está llevando a cabo, dado que según la propia OMS la región está inmersa en una “situación hiperendémica”, con casi todos los países afectados.

La última gran epidemia de dengue en Latinoamérica ocurrió en 2010. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), 1,8 millones de personas contrajeron la enfermedad y 1.167 fallecieron.

Según los expertos de la región, el imparable aumento de la urbanización, los incesantes movimientos migratorios, el deficiente sistema de distribución de agua y la capacidad del virus del dengue de adaptarse para sobrevivir han provocado que la incidencia de esta enfermedad crezca exponencialmente en América Latina.

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