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Mursi, detenido desde su derrocamiento en julio de 2013 por el exjefe del ejército y actual presidente Abdel Fatah al Sisi, fue condenado a muerte hace una semana por su rol en evasiones masivas de prisión y ataques contra la policía en la revuelta de 2011, que expulsó del poder a Hosni Mubarak.
En el juicio que se inicia este sábado, 25 personas son juzgadas junto a Mursi, entre ellas miembros de su movimiento, los Hermanos Musulmanes, así como figuras de movimientos laicos y de izquierda —que estuvieron en primera línea en la revuelta de 2011— por “ofensa a la justicia”, según la acusación.
Entre los acusados figuran el conocido politólogo y exdiputado Amr Hamzawy, el abogado de derechos humanos Amir Salem, y el militante de izquierda Alaa Abdel Fatah, ya condenado a cinco años de cárcel por actos violentos en una manifestación ilegal.
Mursi es juzgado por las acusaciones que lanzó en un discurso en junio de 2013, poco antes de su derrocamiento, en el que reprochó a un juez haber “ocultado fraudes electorales” en las legislativas de 2005.
Desde la caída de Mursi, los defensores de derechos humanos acusan al gobierno de Al Sisi de instrumentalizar la justicia en su represión contra la oposición.
Estados Unidos y la Unión Europea expresaron su preocupación luego del anuncio de la condena a muerte de Mursi.
La ONU calificó de “sin precedentes en la historia reciente” los juicios sumarísimos contra centenares de pro-Mursi condenados a la pena capital desde 2013.
Amnistía Internacional también fustigó la “mascarada de justicia” en Egipto cuando Mursi y un centenar de acusados fueron condenados a muerte el pasado 16 de mayo.