Desde el 1 de enero, se han confirmado 275 casos en todo el país, lo que pone la tasa de mortalidad de la enfermedad en el 20,7%, indicó hoy el Centro de Control de Enfermedades de Nigeria (NCDC).
Nigeria vivió en 2018 el peor brote de esta enfermedad de su historia, con 171 fallecidos.
El virus de Lassa, que normalmente portan y transmiten los roedores, es una enfermedad endémica de África occidental, donde se registran de 300.000 a 500.000 casos al año.
Los expertos esperan que el brote de este año en Nigeria no sea peor que el de 2018, ya que se cuenta con una estrategia para mejorar la respuesta por parte del Ministerio de Sanidad, junto a otros organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Entre otras medidas, se han desplegado equipos de respuesta a las zonas más afectadas para asegurar una detección y tratamiento tempranos.
Sin embargo, la OMS consideró hoy que las muertes registradas en Nigeria suponen “un aumento significativo”, ya que son un tercio de la cifra de todo 2018 pero en apenas un mes.
“Estamos muy preocupados por el alto número de casos detectados tan pronto en la temporada de fiebre Lassa, que se espera que dure otros cuatro meses”, dijo el director regional de emergencias de la OMS, Ibrahima Socé Fall.
El organismo de la ONU informó que se han detectado otros 12 casos en Benin, Guinea, Liberia y Togo, con dos fallecidos confirmados.
La fiebre Lassa tiene un período de incubación de entre 6 y 21 días y los síntomas comprenden dolores de cabeza, náuseas, vómitos y diarrea.
El contagio entre personas puede producirse, especialmente en entornos hospitalarios que carezcan de medidas de control de infecciones.
Por ello, el personal sanitario está más expuesto a la enfermedad, sobre todo en los centros donde no se respetan estrictamente las medidas de prevención de contagios.
Esa fiebre toma su nombre de la localidad nigeriana de Lassa, en el estado norteño de Borno, donde se descubrió por primera vez en 1969.