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La asignación del premio Nobel al economista escocés, explicó el panel que decidió la distinción, es un reconocimiento a los estudios y análisis que llevaron a una mejor comprensión de los mecanismos ligados a los consumos, y parte de la premisa según la cual “la mensuración y la comprensión del consumo es un esfuerzo complejo”.
En particular, el premio fue conferido por tres “conquistas” diferentes: la creación de sistemas sobre la demanda, las conexiones entre consumos y rédito, tanto a nivel micro como macro, y el estudio de los estándares de vida y pobreza en los países en vías de desarrollo.
La Real Academia Sueca quiso premiar un trabajo que concierne al análisis de cómo los consumidores dividen el gasto entre distintos bienes, cuánto gastan y cuánto ahorran. “Conectando decisiones individuales con resultados colectivos, su investigación ayudó a transformar los campos de la microeconomía, macroeconomía y las teorías del desarrollo”, explicó la Academia.
Nacido en Edimburgo en 1945, Deaton actualmente es profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Woodrow Wilson School of Public and International Affairs (WWS) y en el Departamento de Economía de Princeton. Estudió en el Fettes College de Edimburgo, y luego en la Universidad de Cambridge, donde fue investigador bajo la guía de Richard Stone y Terry Barker en el departamento de Economía Aplicada.
Deaton enseñó Econometría en Bristol para luego pasar a la Universidad de Princeton en 1983. Entre sus contribuciones más relevantes y controvertidas figura la formulación de la “Paradoja de Deaton” en el estudio titulado “La gran fuga: salud, bienestar y los orígenes de la desigualdad”, donde se postula la tesis según la cual las desigualdades son necesarias para el crecimiento y el desarrollo.