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"Me quedé viuda con un nene de 11 meses", dijo a periodistas con la voz quebrada Jessica Gopar, esposa de Fernando Santilli, uno de los tripulantes que viajaban en el ARA San Juan, que desapareció la semana pasada en el Atlántico Sur después de reportar fallas eléctricas.
Dos reportes coincidieron en que hubo una explosión el mismo día en que desapareció la nave militar y en un lugar cercano a la última posición que había reportado, anunció el jueves un portavoz de la Armada argentina.
"No volvieron y no van a volver nunca más. Y no sé si van a volver sus cuerpos, eso es lo que más me duele, porque no sé si podré llevarle una flor", se lamentó Gopar.
Familiares se abrazaban en llanto en un parque de la base de Mar del Plata, una ciudad costera a 400 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires y hacia donde se dirigía el submarino militar antes de desaparecer.
Después de recibir la noticia sobre la explosión, una joven se desplomó sobre sus rodillas en el estacionamiento del predio e inmediatamente fue abrazada por un joven que buscó consolarla.
"Están todos muertos", dijo entre sollozos Luis Tagliapietra, padre de un tripulante, a Radio La Red, y agregó que una autoridad de la base le confirmó sus muertes por el estallido a una profundidad de entre 200 metros y 1.000 metros. "No hay ser humano que sobreviva a eso".
Muchos creen que el caso puede haber sido una consecuencia de los escasos recursos y la falta de capacitación de las Fuerzas Armadas de Argentina, desde que acabó una dictadura militar a principios de la década de 1980.
"¡Mataron a mi hermano, hijos de puta!", gritó frente a las cámaras de Reuters un hombre desde el interior de un automóvil al salir de la base.
Entre los tripulantes del ARA San Juan se encontraba Eliana María Krawczyk, la primera mujer en alcanzar el grado de oficial de submarinos en el país sudamericano.
La Armada dispuso desde hace días un grupo de psicólogos y un psiquiatra para asistir a los más de 100 familiares que pasaron los últimos días y noches en un edificio de la base naval a la espera de novedades de sus seres queridos.
"Qué voy a estar esperanzada si ya está", dijo Itatí Leguizamón, esposa de un tripulante, en el predio de la base, frente al cual fueron colgadas banderas argentinas con mensajes de aliento y esperanza.