Dos de ellos, un rumano y una italiana, murieron mientras los trasladaban a un hospital de la ciudad holandesa de Rotterdam y los otro cuatros fallecieron en Bucarest.
Todavía hay más de cien personas hospitalizadas, de ellas 48 en estado crítico, señaló Arafat. Un artefacto pirotécnico provocó el pasado 30 de octubre un incendio en el Club Colectiv, situado en una antigua fábrica de zapatos de la época comunista, durante un concierto de un grupo rumano de rock. El establecimiento carecía de salidas de emergencia y había utilizado materiales inflamables para insonorizar, según las primeras investigaciones.
Los tres dueños del club nocturno, acusados de homicidio involuntario, fueron detenidos el pasado martes, después de que las autoridades comprobaran que no disponían de las autorizaciones pertinentes para organizar conciertos y tampoco espectáculos pirotécnicos. La tragedia despertó la ira de la población, que salió a la calle para pedir una clase política libre de corrupción, así como responsabilidades por el accidente.
El primer ministro Victor Ponta, acusado de varios cargos de corrupción, presentó su dimisión el miércoles bajo la presión de las protestas. Anoche, unos 15.000 ciudadanos volvieron a llenar las principales avenidas de la capital rumana y otras ciudades del país para exigir la dimisión en bloque del Parlamento pero, sobre todo, un cambio profundo en la sociedad y clase política rumana.