“Podemos confirmar que seis cuerpos más han sido hallados, lo que eleva la cifra -de muertos- a 14”, informó hoy el condado a través de su cuenta de Twitter.
En la mañana del sábado (hora local) , el lodo sepultó en pocos segundos decenas de viviendas del pequeño pueblo de Oso, donde viven cerca de 200 personas, y que está 60 kilómetros al noroeste de Seattle, uno de los principales centros urbanos del país.
Las autoridades apuntan a las lluvias torrenciales como causa principal del suceso, que habría tenido consecuencias menos graves, según los expertos consultados por los medios estadounidenses, si se hubiera prevenido a la población y si las viviendas de la zona estuvieran hechas de materiales de mejor calidad.
En la zona del suceso las casas están distribuidas de manera dispersa en medio de la naturaleza, en muchos casos se trata de hogares prefabricados o incluso caravanas, y los vecinos tienen ingresos bajos o medios.
Las autoridades mantienen la esperanza de que un número significativo de los 108 desaparecidos que se estiman por el momento no estuvieran en el área cuando ocurrió el suceso, ya que la población de estos terrenos es variable.
El desprendimiento de lodo que aplastó las viviendas de esta pequeña zona rural no pudo llegar en peor momento, ya que se produjo el sábado por la mañana, cuando la mayoría de los residentes estaban en sus hogares y no en el trabajo o en las escuelas, como habría ocurrido en un día laborable.
Las tareas de rescate se ven relantizadas porque el terreno está inundado. Además, se preven nuevas lluvias torrenciales que podrían provocar nuevos desprendimientos.