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Miles de nuevos documentos de la firma de abogados publicados hoy por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) muestran que en la mayor parte de los casos, Mossack Fonseca no conocía a los beneficiarios finales de sus servicios, entre los que había celebridades mundiales, oligarcas y criminales.
Tras estallar en marzo de 2016 el escándalo, que acabó por provocar el cierre del bufete panameño este año, los empleados de la firma “comenzaron a trabajar furiosamente en una nueva misión: descubrir quiénes eran sus clientes”, aseguró el ICIJ.
“Los nuevos documentos revelan que la firma no pudo identificar a decenas de miles de propietarios de compañías que había registrado en jurisdicciones opacas de bajos impuestos”, según el Consorcio. “Dos meses después de que la firma supiese de la violación de sus registros, aún no podía identificar a los propietarios de más del 70 por ciento de las 28.500 compañías activas en las Islas Vírgenes Británicas (...) y no sabía quién era el dueño del 75 por ciento de las 10.500 empresas activas en Panamá, según los registros”, agregó.
El ICIJ aseguró que Mossack Fonseca, que durante décadas había incumplido las normas que exigen a los abogados especializados en crear empresas extraterritoriales identificar y verificar a sus clientes para prevenir actividades delictivas, cambió de prioridad.
“De repente, el negocio diario de establecer empresas ficticias en paraísos fiscales ya no era la prioridad” del bufete, cuyos empleados comenzaron a enviar “frenéticamente correos electrónicos a banqueros, contables y abogados” que servían de intermediarios con sus clientes adinerados para saber quiénes estaban detrás.
“El desconocimiento de la empresa sobre quién se benefició de las compañías ficticias que ayudó a establecer representaba un riesgo significativo” para el bufete fundado por Ramon Fonseca Mora y Jurgen Mossack, obligado por ley a saber quiénes eran sus clientes.
“No debería ser aceptable que una empresa como esta no conozca al dueño de una compañía ficticia, y mucho menos a miles de ellos”, dijo al ICIJ el abogado estadounidense Jack Blum, especializado en fraude fiscal y blanqueo de capitales. En una entrevista con el Consorcio, la propia abogada de Mossack Fonseca, Guillermina McDonald, apuntó este mes que el bufete consideraba que sus clientes eran los abogados, banqueros y contables que servían de intermediarios, y no los usuarios finales.
Estas informaciones son el resultado de una segunda filtración de documentos de Mossack Fonseca obtenidos por el ICIJ, algo más de dos años después de la que abrió la investigación de los llamados papeles de Panamá y la ruina de la empresa de abogados.
La publicación de los papeles salpicó a personalidades de la talla del presidente argentino, Mauricio Macri; el ex primer ministro británico David Cameron; el futbolista Lionel Messi, a miembros del círculo íntimo del presidente ruso, Vladimir Putin, o al entonces primer ministro de Islandia, Sigmundur David Gunnlaugsson, quien tuvo que renunciar debido al escándalo.
La compañía, fundada en 1977 y considerada en su momento un actor destacado en la creación de sociedades extraterritoriales, llegó a tener más de un millar de empleados en decenas de oficinas de todo el mundo, pero acabó por cerrar el 31 de marzo pasado.