En una entrevista que publica hoy el diario romano “La Repubblica”, Kyenge reconoce que siente cierta preocupación por sus dos hijas, de 20 y 17 años de edad, y que piensa en otras minorías e inmigrantes que, a diferencia de ella, no tienen garantizada la seguridad y sufren ataques en Italia.
“No puedo esconder que a veces me siento cansada de que se repitan insultos tan graves. No me los esperaba tan fuertes. Pero no me detengo ni me concentro en los ataques en sí. Intento mirar hacia adelante, reflexionar sobre las molestias que tenemos que soportar por estos sucesos y sobre las mejores respuestas que toda la política y la sociedad pueden dar”, afirma la ministra.
En Italia “se debe abrir un proceso de reflexión. En otros Estados europeos, como Suecia, hay ministros negros, pero no les ocurre lo que me está pasando a mí en Italia. No podía imaginar reacciones tan violentas. Por supuesto, venimos de recorridos muy distintos. Aquí la información sobre inmigrantes se centra en la clandestinidad y la delincuencia”, añade.
Kyenge asegura que los ataques y los insultos contra su persona, provenientes también de la clase política con la que comparte instituciones, refuerzan a ella y al país, una Italia que, en su opinión, “tiene mucho camino por recorrer” a la hora de valorar la contribución cultural que la inmigración puede aportar.
“Las reacciones a estos insultos, que veo en el país, terminan uniendo a la Italia 'buena' y quizá ayudarán a despertar muchas de esas conciencias que en estos años han estado un poco dormidas”, comenta la primera ministra negra del país.
“No solo es cuestión de sociedad civil: la reflexión tiene que hacerse también a nivel institucional. Y quien desempeña cargos públicos o liderazgos políticos tendría que entender la importancia de las palabras que pronuncia”, continúa.
Kyenge dice sentir el “ánimo” que le transmiten sus hijas cada vez que es objetivo de algún ataque, pero también se preocupa por su “serenidad y seguridad”, así como por la de otros inmigrantes en Italia que le han expresado su apoyo pero que no cuentan con la escolta oficial propia de su cargo.
“Las comunidades (de inmigrantes) en estos días han estado muy cerca de mí. Comparten el recorrido que estoy haciendo. Yo siento que las represento a todas”, indica la titular de Integración del Ejecutivo de coalición que preside el socialdemócrata Enrico Letta.
“Pero yo -añade- remarco que como ministra tengo plenamente garantizada mi seguridad, pero que muchos hoy sufren violencias parecidas y están sin protección. No me refiero solo a los inmigrantes, sino a todos los 'diferentes'. También ellos merecen seguridad y siento el deber de darles voz y respuestas”.
La última ofensa que tuvo que soportar Kyenge fue el pasado viernes, cuando un desconocido le lanzó, sin alcanzarle, dos plátanos, después de que hace dos semanas el vicepresidente del Senado Roberto Calderoli la comparara con un orangután.
En junio pasado, una exconsejera de la secesionista Liga Norte, Dolores Valandro, se preguntó en una red social si no habría nadie que “violara” a Kyenge después de que ésta defendiera a los inmigrantes tras haberse sabido que un africano había intentado abusar de dos jóvenes.