Milicias chiitas convergen en Ramadi para expulsar al EI

BAGDAD. El ejército iraquí intentaba preparar el lunes, junto a la milicias chiitas, una contraofensiva para arrebatar al grupo Estado Islámico (EI) la ciudad estratégica de Ramadi, cuya pérdida ha supuesto un duro revés para Bagdad.

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La caída el domingo de Ramadi, a unos 100 km al oeste de Bagdad, es la peor derrota militar que ha sufrido el ejército iraquí desde que se inició a principios de año la ofensiva para detener el avance de los yihadistas.

El primer ministro iraquí, Haider al Abadi, Estados Unidos y las autoridades religiosas sunitas de la provincia de Al Anbar, se habían mostrado reticentes a que los grupos apoyados por Irán se desplegasen en la zona, y habían optado por favorecer el desarrollo de fuerzas locales.

Pero los líderes de las milicias chiitas afirmaron este lunes que en los últimos días se había hecho evidente que el gobierno no puede prescindir de las llamadas “Unidades Populares de Movilización”, compuestas por milicianos y voluntarios.

Hadi al Ameri, comandante de la poderosa milicia chiita Badr, dijo a la cadena de televisión del grupo que consideraba a las autoridades “responsables de la caída de Ramadi por oponerse a la participación” de las Unidades Populares de Movilización y aseguró que debieron aceptar antes su ofrecimiento de ayuda.

Los vehículos de los milicianos chiitas se dirigían hacia la capital de la provincia occidental de Al Anbar, de mayoría sunita, donde las fuerzas gubernamentales lograban hacer frente a duras penas a los yihadistas.

Un portavoz de Ketab Hezbolá, otro importante grupo paramilitar chiita, informó de que su organización ya tenía unidades listas para ser desplegadas en Ramadi desde tres direcciones diferentes.

El EI aseguró en un comunicado que tenía el control total de la ciudad. La bandera negra del grupo yihadista ondeaba sobre el centro de operaciones de la provincia de Al Anbar.

Según las autoridades locales, unas 500 personas murieron en los tres días que duró el asedio y miles de personas han huido de la ciudad.

“Recuperaremos la ciudad de la misma forma que estamos recuperando otras partes de Irak, combinando las fuerzas iraquíes en tierra con ataques aéreos de la coalición” internacional liderada por Estados Unidos, dijo un portavoz del Pentágono, quien calificó de “retroceso” la caída de Ramadi.

Esta coalición anunció que en las últimas 48 horas había lanzado 15 ataques aéreos contra posiciones del EI en esa región.

La caída de Ramadi y la expansión del EI en la provincia de Al Anbar suponen una creciente amenaza para Kerbala, ciudad santa para los chiitas y cuna del cisma entre ambas corrientes del islam.

Pero se espera la inminente contraofensiva para evitar que el EI construya posiciones defensivas elaboradas.

El primer ministro Abadi ordenó “la instalación de nuevas líneas defensivas en Ramadi para redesplegar las tropas”, indicaron sus servicios tras su encuentro en Bagdad con el ministro de Defensa iraní, Hosein Dehghan.

Peros para los analistas, la tarea será ardua en la provincia de Al Anbar, controlada en su mayor parte por los yihadistas.

Se trata de “una cuna de la comunidad sunita, que no ha rechazado completamente al EI” , indicó el experto Ayham Kamel, director del grupo Eurasia para Oriente Medio.

El lunes, el grupo extremista difundió un vídeo mostrando las celebraciones de la conquista de Ramadi en Mosul, segunda ciudad del país, tomada en junio de 2014 por los yihadistas.

El EI, que cuenta con decenas de miles de hombres en sus filas, ocupa en Irak y en Siria vastas zonas de territorio en las que ha proclamado un califato.

En el centro de Siria, país en guerra desde hace cuatro años, el grupo se apoderó de dos campos de gas cerca de la antigua Palmira, donde al menos cinco civiles, entre ellos dos niños, murieron por disparos de obús, informó una oenegé.

Los yihadistas fueron expulsados el domingo del norte de la ciudad por el ejército sirio y se encuentran en su periferia, a un kilómetro de las famosas ruinas inscritas en el patrimonio mundial de la humanidad.

Allí continuaban los combates entre las tropas del régimen y el EI, que trata de apoderarse de esta ciudad de 2.000 años de antigüedad situada en la provincia de Homs, limítrofe con Irak.

En Palmira, “todo el mundo está encerrado en su casa”, aseguró a la AFP Jalil al Hariri, director del museo de la ciudad. “La gente tiene miedo de salir”.

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