Más de 4.000 personas abandonaron en las últimas tres semanas el estado de Kachin, el más septentrional de Birmania, cerca de la frontera con China, declaró a la AFP Mark Cutts, jefe de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
Esas cifras no incluyen las casi 15.000 personas que abandonaron la zona desde comienzos de año ni las más de 90.000 que viven en campos de desplazados en los estados de Kachin y de Shan desde la ruptura de un alto el fuego entre el gobierno y el poderoso Ejército para la Independencia de Kachin en 2011.
“Hemos recibido informes de organizaciones locales que afirman que todavía hay muchos civiles atrapados en las zonas afectadas por el conflicto”, dijo Cutts. La OCHA no pudo comprobar las informaciones sobre supuestas muertes de civiles en los recientes combates.
Además de la crisis de la minoría musulmana rohinyá, en la parte occidental de Birmania, el norte del país es también escenario de enfrentamientos entre otros grupos étnicos.
Las zonas fronterizas de Birmania, un país de mayoría budista, son inestables desde el final de la dominación colonial británica en 1948 y albergan numerosas insurrecciones protagonizadas por milicias locales, así como operaciones de narcotráfico.
Los grupos étnicos armados exigen más autonomía y control de esos territorios. Grupos pro derechos humanos afirman que el ejército intensificó su campaña en las regiones más remotas de Birmania durante la crisis de los rohinyás, que provocó la huida de 700.000 personas hacia Bangladesh.