Los cerca de 400 asesinatos con móviles sexuales entre 1993 y 2003 provocaron “un boom mediático en Ciudad Juárez y han querido aparentar que todo ha parado”, pero “entre 2008 y 2011 hubo más jovencitas desaparecidas que cuando la ciudad fue visualizada”, dijo Juárez, autor del libro “Desaparecidas en Ciudad Juárez”, que esta semana salió a la luz en México.
El periodista español dedicó más de cuatro años a investigar lo que ocurre en Ciudad Juárez, donde unas 200 jóvenes, la mayoría adolescentes, fueron reportadas como desaparecidas en ese periodo.
El hilo conductor de la investigación del periodista de 34 años fue la búsqueda de Adriana Sarmiento, una joven de 15 años vista por última vez el 19 de enero de 2008 cuando salió a la escuela, que al igual que la mayoría de las víctimas, era delgada, morena, de pelo negro lacio y de labios gruesos.
El texto narra las dificultades que enfrentó durante cuatro años Ernestina, madre de Adriana, para localizar a su hija, finalmente encontrada muerta en noviembre de 2011 en la morgue de Ciudad Juárez, donde había permanecido dos años.
Las autoridades argumentaron que no la identificaron antes porque su madre se sometió a la prueba de ADN hasta abril de ese año.
Pero de acuerdo con investigaciones del escritor y de los familiares de la joven, las autoridades de Ciudad Juárez mintieron en al menos siete ocasiones en esos dos años, cuando la fiscalía federal les solicitó la localización de una joven de las mismas características.
El cadáver fue encontrado en el municipio de San Agustín, cercano a Ciudad Juárez, en un sitio al que solo se puede acceder pasando por un retén militar.
Junto a la osamenta fue encontrado el uniforme escolar que llevaba puesto el día de su desaparición para hacer parecer que fue asesinada unas horas después de su desaparición, pese a que la familia pudo comprobar que Adriana fue secuestrada y retenida entre 10 y 12 meses por sus captores antes de matarla.
Las autoridades no solo ocultaron las investigaciones, el expediente y el cuerpo, sino que dieron pistas falsas para confundir a los familiares, narra Juárez, quien recibió amenazas de muerte durante sus estancias en esta ciudad fronteriza de 1,3 millones de habitantes, vecina de la estadounidense El Paso, Texas, y considerada la más violenta de México.
El caso de Adriana es el mismo de Jessica, Hilda, Mónica y muchas otras víctimas de estos criminales que cuentan con “una estructura capaz de retener a las niñas por días en casas de seguridad para violaciones tumultuarias” y otros ultrajes antes de matarlas, añade el escritor.
Uno de los últimos capítulos del libro se titula “Yo acuso” y es un decálogo de denuncias por parte del autor contra autoridades mexicanas, con nombre y apellido, por negligencia, pasividad, fabricación de culpables y por acoso y persecución contra familiares de las víctimas, defensores de derechos humanos y periodistas.