México recuerda los dos devastadores terremotos del 19S

MÉXICO. México recuerda este miércoles la doble tragedia de los terremotos del 19 de septiembre: el de 2017 que dejó 369 muertos y el de 1985, en el que murieron más de 10.000 personas.

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Hace un año, los habitantes de la capital mexicana apenas habían realizado el simulacro y homenaje en memoria de las víctimas del terremoto de 8,1 grados de 1985 cuando, dos horas después, otro sismo de 7,1 los estremeció violentamente.

De repente, la megaurbe de más 20 millones de habitantes revivía la pesadilla de hacía 32 años: edificios reducidos a amasijos de concreto y metal mientras por las calles corrían voluntarios que buscaban víctimas entre los escombros.

“Es la misma pesadilla que en 1985”, se lamentaba Georgina Sánchez en una charla con la AFP justo después del sismo. Pareciera que ya no hay cicatrices del terremoto en esta vibrante y cosmopolita ciudad, pero si se sabe dónde buscar, ahí están.

Un conjunto habitacional de Tlalpan, que antes de estos sismos ya había resistido en 1957 otro de 7,7 grados, luce fantasmal con departamentos vacíos, algunos de ellos sin muros, mientras inician los trabajos de reconstrucción. Sus habitantes, la mayoría propietarios, salieron con lo que traían puesto.

Nueve murieron en el terremoto. De los sobrevivientes, un centenar vive en campamentos improvisados a un lado de las hileras de edificios.

En el último año, la comunidad suma el fallecimiento de otros vecinos, en su mayoría personas mayores cuyas enfermedades se agudizaron por las precarias condiciones de vida.

“Llevamos 17 vecinos más que han fallecido, (antes) teníamos uno o dos al año. Algunos pidieron incluso venir a morir a su departamento”, dice a la AFP Héctor Toledo, un ingeniero civil de 40 años cuyo departamento resultó dañado y ahora es uno de los representantes del conjunto habitacional.

En la misma zona, permanecen los restos del colegio privado Rébsamen, donde 19 niños y siete adultos murieron. Las autoridades apenas han empezado a remover algunos escombros, pero se mantendrá la zona donde se produjeron las muertes como parte de una investigación pues la propietaria del colegio, prófuga de la justicia, es acusada de haber realizado una construcción irregular.

En el bohemio sector Roma-Condesa hay un terreno baldío donde se erigía un edificio de oficinas, que había resistido ya los sismos de 1957 y 1985. Registró el mayor número de víctimas: 49.

La reconstrucción ha sido mucho más lenta en los estados centrales, también duramente afectados por el sismo, como en el estado de Morelos, a 120 km de la capital. Y todavía más en Oaxaca y Chiapas, en el sur, golpeados por un sismo de 8,5 el 7 de septiembre de 2017 y que dejó 99 muertos. Los terremotos de septiembre le recuerdan a los mexicanos que su país es altamente sísmico.

La cuestión es si las autoridades han aprendido las lecciones de estos sismos. De acuerdo con muchos ingenieros, investigadores y activistas, no. Se suponía que el sismo de 1985 marcaría “un antes y un después” en la historia de México, dice el escritor y periodista Héctor de Mauleon. Tras la tragedia, Ciudad de México adoptó una estricta normativa de construcción.

Analistas políticos señalan incluso que ese terremoto, que superó a las autoridades, contribuyó a la transición de régimen de partido único a una transformación democrática en los siguientes 15 años. En 2017 se derrumbaron 38 edificios, la mayoría de ellos construidos antes de 1985, pero hubo casos en los que fueron modificados fuera de la ley. “Es indignante que cada vez que tiembla en Ciudad de México, parece que tiembla por primera vez” , añade De Mauleon.

La Organización Mexicanos contra la Corrupción analizaron 28 edificios y encontraron abrumadoras evidencias de que, como en 1985, la corrupción de las constructoras y las autoridades que deben regularlas fueron responsables de los derrumbes. “Los sismos no matan. La corrupción sí”, dice Salvador Camarena, director de investigación de la organización.

Además, nadie ha ido a la cárcel por las muertes causadas: empresas que violaron los códigos de construcción, propietarios que hicieron modificaciones irregulares que afectaron la estructura, autoridades que hicieron caso omiso.

El único ingeniero que fue objeto de una orden de captura por un derrumbe en 1985, Max Tenenbaum, no sólo evitó la cárcel sino que continuó su negocio. Dos de sus edificios se colapsaron en 2017 matando a 23 personas, según Mexicanos contra la Corrupción. Pero Tenenbaum sigue con su pujante negocio reparando edificios dañados, algunas veces incluso es contratado para arreglar construcciones que realizó, según la organización.

Claudia Sheinbaum, alcaldesa electa de la ciudad, es señalada de haber permitido, cuando era jefa de un sector sur, construcciones irregulares sobre el colegio Rébsamen, incluido un lujoso departamento de la propietaria. Sheinbaum es aliada del presidente electo, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, quien promete eliminar la corrupción. Debería empezar entonces con combatir la impunidad, dicen los activistas.

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