México: El misterioso autobús que desapareció de investigación

IGUALA. Hace un año, el mundo se estremeció con la desaparición de 43 estudiantes mexicanos. Los chicos fueron atacados brutalmente por policías de Iguala coludidos con narcotraficantes después de haber tomado cinco autobuses para una manifestación.

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En aquella ocasión, uno de ellos se esfumó misteriosamente de las investigaciones oficiales.

¿Por qué ese quinto autobús no aparecía en los expedientes de la fiscalía mexicana? Es la pregunta que se hace el grupo de expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (GIEI) que cree que el vehículo puede ser “clave” para entender el brutal crimen.

Su informe ve como “un elemento de sospecha” esa omisión y lamenta que no haya habido ninguna pronunciación oficial al respecto.

De hecho, el GIEI pide a las autoridades que profundicen sus investigaciones sobre la hipótesis de que ese autobús contuviera droga, teniendo en cuenta que esa zona de Guerrero es una de las mayores productoras de amapola de México y que el cártel que atacó a los jóvenes -Guerreros Unidos- usa aparentemente ese método para transportar estupefacientes.

Haciendo un recuento, el GIEI apunta que en las primeras consignaciones de la fiscalía general se decía que ese bus de la compañía Estrella Roja había sido destrozado y abandonado fuera de la terminal ese 26 de septiembre de 2014, aunque no se recabó ninguna evidencia. Luego, desapareció de los expedientes.

Sin embargo, 14 estudiantes supervivientes estaban dentro de ese vehículo, que circuló hasta que fue detenido en la entrada de Iguala, cerca de donde habían baleado a otro de los buses, afirman los expertos.

“Este es el único autobús al que no dispararon y el único que fue detenido por policía federal” y no municipal, dice a la AFP el abogado chileno Francisco Cox, uno de los cinco expertos del informe.

Esto lo sostienen los testimonios de los 14 estudiantes que lograron escapar por un cerro -y después fueron perseguidos por horas- y también de la declaración manuscrita que el chófer hizo para su empresa la noche de los hechos, que consiguió el GIEI meses después.

Sin embargo, el chófer cambió radicalmente su versión cuando rindió su primera declaración ante la fiscalía nueve meses después del crimen por recomendación de los expertos. Entonces, dijo que los estudiantes se bajaron del bus a la salida de la estación porque consideraron que no estaba en buenas condiciones y fueron a buscar otro.

Además de subrayar esa contradicción, en julio, los expertos de la CIDH pidieron inspeccionar el autobús en las cocheras de Estrella Roja y se encontraron con que había “diferencias importantes” con el que aparece en los vídeos de la estación de hace un año, por lo que creen que aparentemente la empresa les presentó otro bus.

“Todas esas inconsistencias y contradicciones evidentes muestran la sospecha de que bajo esas circunstancias se esconden aspectos importantes a considerar. Y que estos pueden tener que ver con el modus operandi y la motivación de la agresión” , reza el informe.

Sin poder explicársela aún, Cox apunta que, entre otras razones, la brutal violencia pudo darse porque los narcotraficantes consideraron que los chicos estaban “poniendo en riesgo su negocio” , aunado con el “estigma” que existe en zonas de Guerrero contra el carácter aguerrido de los estudiantes de magisterio de Ayotzinapa.

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