Entre asombro y desconcierto, los primeros visitantes caminan entre sus primorosos jardines, poblados de los árboles que le dan nombre, y tras los cuales se develan las lujosas mansiones que componen el conjunto.
La ruta empedrada, llamada Calzada de los Presidentes por estar flanqueada por solemnes estatuas de los exmandatarios que allí residieron, sugiere el carácter que ha tenido en la historia del país. Tras recorrer la casa Miguel Alemán, nombrada así por el presidente que la mandó edificar y que deslumbra por su amplio salón de recepción y una majestuosa escalinata interior, Alejandra Barreto, de 50 años, luce impresionada.
“Es bastante ostentoso, nunca me imaginé que hubiese un lugar así”, dice Barreto sobre el inmueble que hasta hace pocas semanas habitaba la familia del expresidente Enrique Peña Nieto. “Los espacios francamente son enormes y ¿para que viva una sola familia?”, cuestiona esta comerciante del central estado de Puebla, de visita en la capital.
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El recorrido muestra primero espacios de trabajo como la oficina presidencial, utilizada por Peña Nieto y sus antecesores, Felipe Calderón y Vicente Fox. Ya en el segundo nivel está la recámara presidencial, que incluye un dormitorio y un vestidor, de unos 30 a 40 metros cuadrados cada uno. También una amplísima sala de televisión.
El sótano, que según policías militares que lo vigilan se usaba igualmente para entretenimiento y trabajo, incluye un cine privado con 35 sillones reclinables de cuero y la sala denominada “El Búnker”, con 20 lugares y cinco grandes pantallas. Fue implementada por Calderón, responsable de lanzar una polémica ofensiva militar contra el crimen a finales de 2006.
“Para las reuniones más importantes, para que no haya distracción alguna, aquí se encerraban”, explica una de la vigilantes. De vuelta en la planta baja, otra de las vigilantes afirma que el comedor, dotado de una mesa rectangular para 28 comensales, era usado cotidianamente por la familia de Peña Nieto.
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“Es una situación faraónica, es irreal para cualquier mexicano”, dice Gilberto Gutiérrez, de 30 años y dirigente de Morena -el partido de López Obrador- en el norteño Aguascalientes. Para Gutiérrez, estos lujos desvirtúan la idea original del presidente Lázaro Cárdenas, quien creó la residencia en 1935 para alejarse de la opulencia del Castillo de Chapultepec, antigua residencia presidencial y hoy sede del Museo de Historia.
Los otros edificios del complejo, bautizados con nombres de exmandatarios albergan principalmente oficinas. Y aunque Fox y Calderón optaron por vivir en el inmueble llamado “Las Cabañas” , adaptando la fastuosa casa Alemán como lugar de trabajo, Peña Nieto decidió restaurarla como vivienda.
Los Pinos “es un espacio que marca una distancia enorme con el resto de la población y que marca además la ostentación en la que han vivido los políticos del país”, dice Hernán Gómez, analista político, quien se sumó a la primera oleada de visitantes. Con un área de 56.000 metros cuadrados, es 14 veces mayor que la Casa Blanca, según datos oficiales, y la decisión de no ocuparla se alinea con la política de “austeridad republicana” de López Obrador.
El mandatario ha dicho que recortará su salario a menos de la mitad, que venderá un lujoso avión presidencial y ordenó disolver su aparatosa guardia de seguridad, compuesta por miles de soldados. No todos reprueban, sin embargo, el lujo de Los Pinos.
“Es majestuosa, todos los materiales que se ven, por ejemplo las maderas, se ven muy finas y elegantes, los muebles también. Es increíble que esta oportunidad se esté dando a la nación”, dice Zully Montiel, universitaria de 20 años. La apertura, coincidente con la toma de posesión de López Obrador, vio sus jardines colmados por cientos de personas que vitoreaban su investidura, exhibida en pantallas gigantes.
“Es romper paradigmas de todo lo que hemos vivido en México toda la vida. Desde que tengo memoria, jamás había sentido que el poder está en manos del pueblo”, dijo Ileana Ramírez, empleada de 43 años, tras ver el discurso. El futuro de la residencia, que recibió el sábado unos 25.000 visitantes y unos 60.000 el domingo, aún no se define.
Al estar dentro del Bosque de Chapultepec, espacio que cobija museos, un zoológico, entre otras atracciones, es probable que termine integrándose a dicho circuito. “Poco a poco irá, con mucho diálogo con la ciudadanía, construyendo su propia vocación”, dijo Antonio Martínez, funcionario del ministerio de Cultura.