“Este monumento nos recuerda a un pueblo olvidado durante mucho tiempo (...) El homenaje a las víctimas incluye también una promesa, la de proteger a una minoría, un deber para hoy y mañana”, declaró Merkel ante supervivientes gitanos de campos de concentración, sus familias y políticos alemanes.
“Los gitanos sufren hoy discriminación y rechazo, deben todavía luchar por sus derechos. Es el deber de Alemania y de Europa apoyarles”, dijo la canciller, más de 65 años después del Holocausto, en el que murieron cerca de 500.000 gitanos.
Con estas palabras Merkel respondió a las pronunciadas varios minutos antes en alemán por un gitano superviviente del Holocausto, el holandés Zoni Weisz, de 75 años, cuya familia fue diezmada por los nazis.
“Es como si no se hubiera aprendido casi nada de la Historia. Sino se actuaría ahora de otra manera con nosotros”, dijo Weisz, llamando a los 27 países de la Unión Europea (UE) a integrar mejor a los gitanos.
“Espero que el Holocausto ’olvidado’ no se olvidade más y que se le otorgue en adelante la atención que merece”, añadió Weisz que, con siete años, consiguió, gracias a un policía, escapar del tren que deportaba a sus padres, a su hermano y su hermana.
Romani Rose, presidente del Consejo Central Alemán de los Sinti y los Gitanos, nacido en 1946, también denunció el “nuevo racismo creciente contra los gitanos en Europa, que no viene únicamente de la extrema derecha”, renovando sus llamamientos a “preservar los derechos” de esta minoría, la más grande de Europa.
Situado ante el parlamento alemán, en pleno corazón de Berlín, el memorial del artista israelí Dani Karavan está constituido por un pozo con una estela triangular en el centro sobre la que reposará cada día una flor recién cortada.
El monumento, financiado por el gobierno alemán con 2,8 millones de euros, está situado cerca del consagrado a las víctimas del Holocausto y del dedicado a los homosexuales asesinados por los nazis.
La República Federal Alemana no reconoció oficialmente ese genocidio hasta 1982, con un gesto del canciller Helmut Schmidt. En 1997, el presidente Roman Herzog dijo por primera vez que el genocidio tenía la misma motivación racista y que fue perpetrado por los nazis con la misma resolución y la misma voluntad que el exterminio de judíos.
Actualmente, 11 millones de gitanos viven en el continente europeo, siete millones de ellos en la UE, en su mayoría en Europa central y del sudeste.
La mayor minoría étnica de Europa es también la más pobre, y continúa sufriendo la discriminación y el racismo, especialmente en Rumania, donde los gitanos fueron liberados de la esclavitud en 1856, pero también en Bulgaria, Hungría y Eslovaquia.
La caída del Telón de Acero en 1989 y la ampliación de la Unión Europea hacia el este de Europa provocó la migración de algunos gitanos hacia países del oeste más acomodado, entre ellos Alemania, donde viven unos 70.000, algunos de los cuales poseen nacionalidad alemana.
Recientemente, Berlín manifestó su intención de frenar estas migraciones, al mostrar su deseo de retirar la exención del visado para los residentes serbios y macedonios, muchos de los cuales son gitanos.
Al final de la ceremonia, un hombre interpeló a la canciller sobre la política alemana en materia de acogida a los gitanos del este y le preguntó: “¿Qué pasa con los expulsados, señora Merkel?”, sin obtener respuesta.