Esto podría haber sido causado por unos medicamentos caducados o mal suministrados, informaron hoy los medios locales.
Los padres de 24 niños, todos ellos tratados en el mismo centro local, denunciaron ante el Gobernador del condado el daño que han sufrido los pequeños, cuyas extremidades han quedado muy debilitadas y en algunos casos han perdido la movilidad.
“Mi hijo de 7 años tenía malaria y le inyectaron un medicamento. Minutos después, no podía andar. Ahora la situación ha empeorado y no puede mover sus extremidades”, cuenta al diario Daily Nation Annete Osiya, una de las madres.
Otro caso es el de una niña de 6 años que, desde que le inyectaron un medicamento para calmar la fiebre, ya no puede mantenerse de pie por sí misma y llora constantemente de dolor, explica su padre.
Las primeras hipótesis apuntan a que los medicamentos inyectados podrían estar caducados o que fueron suministraron en el lugar equivocado, provocando lesiones en el sistema nervioso que han afectado a su movilidad.
Los niños ya han sido trasladados a un hospital de Busia para recibir tratamiento de rehabilitación, y los médicos se han mostrado optimistas al asegurar que muchos de ellos podrán volver a andar en unos meses.
De momento, ya se ha iniciado una investigación para clarificar lo sucedido, aunque las autoridades sanitarias kenianas no han querido pronunciarse al respecto.
Un grupo de doctores fue enviado al centro médico para investigar estos casos, pero tuvo que abandonar el pueblo tras sufrir amenazas de los vecinos, que se encuentran indignados por lo sucedido, según el rotativo. Por su parte, el centro médico dijon que los daños que sufren los pequeños son “un problema hereditario”.
Los padres de los pequeños, que acusan a la clínica rural de negligencia médica, insistieron en que seguirán denunciando lo sucedido hasta que se encuentre al responsable.