Hay más de 1.100 millones de “invisibles” en el mundo

WASHINGTON. Más de 1.100 millones de personas en el mundo son indocumentados, lo cual no solo impide su acceso a servicios de salud y educación, sino que los vuelve vulnerables a violencia y abusos, un problema que preocupa a organismos internacionales.

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Entre estos indocumentados, la mayoría de los cuales vive en África y Asia, más de un tercio son niños cuyos nacimientos no han sido registrados, advirtió recientemente el Banco Mundial, que lleva adelante el programa Identificación para el Desarrollo (ID4D).

La situación es particularmente grave en áreas geográficas donde la población enfrenta pobreza, discriminación, epidemias o conflictos armados.

“Las causas son múltiples”, subraya Vyjayanti Desai, que dirige el ID4D. En los países en desarrollo, una de las principales razones es la distancia que separa a las personas de los servicios del Estado.

Tramitar una tarjeta de identidad puede implicar un viaje de cinco días en bote hasta un centro administrativo para personas que viven en la Amazonía, explica Carolina Trivelli, exministra de Desarrollo de Perú y miembro del consejo del ID4D.

Además, las familias suelen simplemente desconocer la importancia de registrar un nacimiento y las consecuencias negativas de no hacerlo, sobre todo en países como Somalia, Liberia o Etiopía.

Y aunque sean conscientes de la necesidad de hacerlo, “el costo puede ser agobiante” para gente ya muy pobre, dice Anne-Sophie Lois, representante de Naciones Unidas y directora en Ginebra de la organización de ayuda a la infancia Plan International.

Como resultado, millones de niños en África y Asia solo tienen su primer contacto con el Estado cuando tienen la edad suficiente para ir a la escuela. Pero “a menudo se requieren certificados de nacimiento para inscribirse en la escuela o tomar un examen”, dice Lois.

El clima político también desanima a muchas familias a tener un documento oficial. “Las personas tienen miedo de ser identificadas como de un grupo étnico o de una nacionalidad. El gobierno, tristemente, a veces tiene preferencias por algunos grupos en detrimento de otros”, explica Trivelli.

En muchos países, los nacimientos fuera del matrimonio o después de una violación también se ocultan por temor a la discriminación.

En China, la falta de registro de bebés ha sido deliberada desde hace tiempo para evitar sanciones por la política del gobierno de permitir un solo hijo.

Pero más allá de no poder ir a la escuela, estos niños son propensos a todo tipo de violencia: a trabajo forzado para los varones, al matrimonio precoz para las niñas, según denuncias de Unicef, que publicó un informe sobre el tema en 2013.

Estos niños sin papeles también se exponen a la trata de personas, “sin que las autoridades noten su desaparición”, agrega Lois.

Para combatir este flagelo, las organizaciones trabajan pacientemente en el terreno para identificar a estas personas “invisibles”.

Y las tecnologías digitales son una formidable herramienta para “proporcionar documentos legales y producir estadísticas completas y precisas”, dice Lois.

Trivelli también observa que el desarrollo tecnológico permite que los servicios estatales y las organizaciones vayan a las poblaciones a recoger datos biométricos sin necesidad de cargar con grandes equipos.

Plan International, que lanzó una campaña titulada “Cada niño cuenta” hace una década, ha ayudado a registrar a más de 40 millones de niños en 32 países. A través de una aplicación móvil, los jefes de las aldeas pueden notificar de los nacimientos y muertes en su comunidad.

“Los sistemas de notificación de nacimientos no solo otorgan a los niños una identidad legal, sino que proporcionan a los gobiernos una fuente continua de datos, lo que les permite organizar planes de manera efectiva, como programas de vacunación o educación”, señala esta ONG.

El Banco Mundial reconoce, sin embargo, que los sistemas de identificación centralizados pueden exponer a grupos vulnerables a riesgos en caso de un uso inadecuado de sus datos.

“Somos muy cautelosos y es esencial establecer un marco legislativo para proteger la privacidad y los datos personales”, concluye Desai.

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