El director del departamento de Seguridad Interna y Orden Público, Muhamad Fuad Abu Zarim, señaló a los medios desde uno de los campamentos la posibilidad de que algunas de las fosas alberguen ropas y otros enseres.
Un cadáver en avanzado estado de descomposición y otros restos encontrados indicaría, según la autoridades, que los responsables de al menos dos de los campos abandonaron el lugar hace unas pocas semanas de manera precipitada.
“No podemos asegurar el género de la víctima, pero creemos que la persona pudo morir hace tres o cuatro semanas”, dijo Muhamad en declaraciones recogidas por el diario The Malaysian Insider. Este periodo de tiempo coincide con el descubrimiento a principios de mes de varias tumbas en el sur de Tailandia que desencadenó una campaña contra el tráfico de personas y provocó la desbandada de las redes de tráfico.
Las densas junglas montañosas que ejercen de frontera natural entre Tailandia y Malasia fue el punto elegido por las mafias de la trata de personas para emplazar decenas de refugios desde donde traficaban con los inmigrantes.
El jefe de la Policía Nacional malasia, Jalid Abu Bakar, señaló la víspera que uno de los campamentos encontrados tenía capacidad para unas 300 personas aunque la mayoría estaban preparados albergar a una veintena.
Cercados con alambre de espino, las autoridades se encontraron pequeños barracones techados con lonas negras, prisiones de madera, cocinas con utensilios, y restos de alimentos y atalayas de vigilancia, como se puede apreciar en las fotografías avanzadas a los medios.
El jefe de la Policía Nacional indicó que todavía se desconoce el número exacto de cadáveres que puedan estar enterrados a lo largo de los 11 kilómetros donde se ubican los campamentos localizados.
Las autoridades creen que la mayoría de cuerpos son de inmigrantes indocumentados bangladesíes y de la minoría musulmana rohinyá, perseguida en Birmania (Myanmar), que quedan en manos de las redes de tráfico en su intento por alcanzar Malasia, el destino de la mayoría de ellos.
El ministro malasio de Interior, Ahmad Zahid Hamidi, expuso a la entrada del Parlamento la certeza de que algunos miembros de las autoridades locales han colaborado con las mafias de tráfico de personas.
“Nuestras investigaciones muestran que han estado colaborando, no solo con las mafias locales sino también con las redes internacionales incluyendo a tailandeses, bangladesíes y birmanos”, aseguró Ahmad.
Las sospechas se centran en los oficiales del departamento de Bosques debido a que los campamentos se han encontrado en terrenos escarpados y son las fuerzas encargadas de custodiar la porosa frontera.
Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), unas 25.000 personas zarparon en barcos desde Bangladesh y Birmania durante el primer trimestre de 2015, el doble del número registrado en el mismo periodo del año pasado.
El pasado miércoles, los Gobiernos de Indonesia y Malasia acordaron acoger temporalmente a todos los bengalíes y rohinyás que se encuentran embarcados en la región, siempre que la comunidad internacional se comprometa a reubicarlos en terceros países o repatriarlos en el plazo de un año.
Tailandia, que de momento se niega a acoger a los inmigrantes en los barcos a la deriva en el golfo de Bengala, ha detenido al menos a 40 personas, en su mayoría políticos locales, relacionados con este tráfico humano.
Este viernes tendrá lugar en Bangkok una reunión especial en la que el Gobierno tailandés ha convocado a representantes de 17 países y organizaciones internacionales para abordar la crisis de tráfico de personas en la región.