La acción condujo a unos cincuenta profesionales de la ONG “Doutores Sem Fronteiras” y de organismos gubernamentales de Brasil hasta una remota región en el sur del Amazonas, donde más de ochenta suruwahás recibieron prótesis y endodoncias, algunas de ellas valoradas en más de 5.000 dólares.
“Aunque lo intente, no puedo explicar ni un diez por ciento de lo vivido allí” son las palabras con las que el presidente de la ONG, Caio Machado, relata a Efe su vivencia. Esta comunidad es catalogada “de reciente contacto” por la Fundación Nacional del Indio (Funai), un órgano gubernamental dedicado a proteger los derechos de los indígenas en Brasil, porque hace sólo unos cuarenta años que tuvo contacto con el exterior.
De acuerdo con Daniel Cangussu, coordinador regional de la Funai, los suruwahás se mantienen aislados por una cuestión de “memoria histórica”, pues son descendientes de pueblos masacrados a finales del siglo XIX y también por razones de salud: “Lo que para nosotros es una simple gripe, para ellos puede ser una complicación”, detalla el experto.
La hermética comunidad de los suruwahás ganó la atención del país después de que el fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado retratara sus particulares costumbres, como el consumo de pociones venenosas hechas de timbó, un vegetal tóxico que provoca la muerte. Cangussu explica que el autoenvenamiento es una práctica bastante extendida, no sólo entre los suruwahás, sino en otras comunidades de la familia de los arawak en el Amazonas.
Los suruwahás son agricultores y excelentes cazadores y los varones utilizan sus dientes frontales para muchas de sus actividades diarias, por lo que “su tratamiento odontológico es más importante incluso que el médico”, apuntó Caio Machado.
El desgaste de sus dentaduras había dificultado tareas como la construcción de flechas para la caza o la confección de malocas, como se denominan las cabañas comunitarias en las que viven, por lo que habían comenzado a requerir a los niños como apoyo para estos trabajos.
El Distrito Sanitario Especial Indígena (DSEI) Médio Rio Purús es la unidad de atención básica que cubre la zona, la cual tiene unos 9.000 indígenas y sólo seis odontólogos, según informó a Efe uno de ellos, el responsable de Salud Bucal, Diego Picanço.
Debido a la falta de medios, la práctica más habitual es la extracción, por lo que existía una demanda urgente de prótesis que llevó el pasado noviembre a más de 50 personas, entre “Doutores Sem Fronteiras” y miembros de la Funai, hasta la remota localización. Durante nueve días de convivencia sin precedentes para 123 suruwahás, fueron realizadas 46 prótesis y 34 endodoncias, donde los cazadores, considerados allí los más importantes, fueron la prioridad: “Ellos mandan porque la tierra es suya", explica Caio Machado.
La tecnología usada para las prótesis, “la mejor que existe”, es la Cad-cam, la cual permite escanear la boca del paciente para obtener las medidas y que una fresadora 3D talle un bloque de cerámica en unos minutos hasta convertirlo en dientes. Fueron realizadas dos prótesis totales -dentaduras completas- valoradas en más de 5.000 dólares cada una y 44 parciales, que contienen de una a tres piezas y en las que cada diente tiene un valor de más de 1.000 dólares.
Según Diego Picanço, los suruwahás, que han permanecido en el campamento hasta mediados de diciembre, quedaron “muy satisfechos”: “Al principio, tenían un poco de recelo con tanta gente y los equipamientos (...) pero cuando el primero salió feliz con su prótesis y se la enseñó al resto, todo fluyó perfectamente”, relata el odontólogo. Caio Machado también valora la acción como un éxito, a pesar del carácter reservado de los suruwahás: “Yo ya avisé a mis compañeros que no esperaran abrazos y grandes muestras de agradecimiento”.
Aunque el odontólogo reconoce que acciones como estas le traen “paz interior”, él las considera “su responsabilidad” como profesional de la salud. “La medicina se creó hace centenas de años para salvar vidas y cuidar de las personas, no para ganar dinero. Aunque luego nosotros lo distorsionamos y lo convertimos en una profesión, no hay que olvidar cuál es la esencia”, concluye Machado.